Vistas de página en total

sábado, 20 de abril de 2013

INVOLUCIÓN

El palpitar por ella. Sabiendo que jamás sería correspondida. 
Desesperanza. Toda la que su corazón de polímeros permitía. Toda la penumbra que su cerebro asimóvico asimilaba. 
Sufría las consecuencias de amar, en la distancia, sólo material, a aquella hermosa humana. Una de sus madres.
Androide, hembra, y lesbiana. Tres factores que sus creadores nunca quisieron conjugar. 
Algún día la desconectarían y el secreto de aquel amor se tornaría perenne, inaprovechable, involucionador. 

sábado, 13 de abril de 2013

Bosques del mundo: ¡Rebelaos!, de Bettina Ruiz Spohr

Estimados lectores: Compartiendo con vosotros relatos de otros autores, que los mismos me han enviado, o que me han dejado compartir en éste, mi blog, provenientes de otras fuentes, hoy quiero haceros partícipes de la lectura de este relato-manifiesto que me ha encantado: Bosques del mundo: ¡Rebelaos!, de Bettina Ruiz Spohr, proveniente de su blog blixenlamujerdelaspalabras.wordpress.com



Convocatoria de reunión extraordinaria 14/08/2012 Comunidad de Chamuscados afectados por el cambio climático.

Tras los últimos incendios ocurridos en nuestra comunidad que han afectado a miles de vecinos, convocamos a una reunión urgente de hojas, pétalos, frut@s, ramas, insectos y animales del bosque con siguiente orden del día:

- Evaluación de daños

- Propuesta de acciones de protesta

- Calendario de movilizaciones

- Redacción del manifiesto para promover la creación de una alianza con otros ecosistemas afectados.

- Otras iniciativas

- Ruegos y preguntas

Lugar de la reunión: bajo el roble centenario número 3 del sector 4.

Hora: a la puesta de sol en primera convocatoria y media hora más tarde en segunda.

El Sr. Viento ha prometido que pondrá a disposición de los asistentes transporte gratuito. También colaborarán los pájaros carpintero para el transporte de pétalos y frutos del bosque y el río hará un esfuerzo adicional para que puedan llegar troncos, ramas caídas y juncos de ribera.

Para agilizar la llegada de mosquitos y otros insectos la AAL (Asociación de Animales de Labranza) pondrá a disposición de ellos sus cuerpos para viajar gratuitamente, siempre y cuando se comprometan a no molestar, zumbar y picar durante el camino a sus porteadores.

La PAI (Plataforma de Aloe Indignado) donará parte de su producción para el alivio de los heridos y quemados más graves, montando un hospital de campaña.

Agradecemos a los agentes del laboratorio de compost que están trabajando horas extra y a destajo para que todos los asistentes puedan llevarse un saquito con el que regenerar la tierra de alrededor de su hábitat.

Las ramas de pino quemadas se afanaron aquella mañana después del desastre para escribir a marchas forzadas sobre las hojas de los plátanos este mensaje que una amplia brigada de pájaros voluntarios difundieron rápidamente por todo el bosque.

La coordinación entre todos los voluntarios, como siempre ocurre en la naturaleza cuando no hay humanos alrededor, hizo que la convocatoria se difundiera rápidamente, de manera que al atardecer había una nutrida representación de todos los sectores bajo el roble centenario, que había sido nombrado moderador por ser el más grande y sabio del lugar.

Las conversaciones iban subiendo de tono y la indignación crecía por todas partes:

―¡Estoy harta―comentaba una rama de pino a un grupo de arbustos que acababa de llegar―en nuestra comunidad siempre estamos en un sin vivir. Cuando no nos talan para hacer muebles o papel, nos amputan para que crezcamos a la manera que a ellos les va bien; este año ya se han quemado la mitad de nuestros efectivos en nuestra comunidad, desde hace décadas nos han plantado al lado un grupo de árboles que vienen de fuera y nos roban todo el agua que se llaman eucaliptos. Yo no tengo nada en contra de los extranjeros, pero es que nos dejan sin recursos y cada vez vienen más. Hemos intentado hablar con ellos para que moderen el consumo y no hay manera de que entren en razón. Y por si fuera poco, todos los veranos temblando como los abedules y cruzando las raíces para no sufrir otro incendio más que nos calcine, y todo porque a algún humano se le ocurra tirar una colilla por la ventana del coche u otro que esté enfermo disfrute con las grandes hogueras, pero lo peor es cuando algún desalmado nos quema para que después no crezca nada y puedan venir las brigadas de hormigón a construir casas y más casas que nos arrinconan cada vez más, porque claro, cuando construyen una urbanización, también de paso talan alguno más para dejar sitio. ¡Es una vergüenza!.

― Yo antes me sentía útil―añade un caballo―porque aunque mi oficio era sacrificado y trabajaba mucho tirando de todo tipo de carros y carruajes y sirviendo de montura, también cumplía mi función comiendo la mala hierba, dejando limpio el sotobosque y haciendo mis necesidades en la naturaleza, de manera que regeneraba el suelo y contribuía a que no hubiera incendios en verano. Pero desde que existen los tractores, ya casi no tengo trabajo y lo único para lo que sirvo es para que algunos humanos me monten para hacer deporte o divertirse. La verdad es que es un poco triste…

―Pues imagínate yo, que estoy constantemente amenazado porque no soy nada popular―dice apenado un insecto―. Cada vez que talan árboles para dedicar la tierra al cultivo, desaparecen unas cuantas especies, y eso que somos más de 800.000 diferentes en todo el mundo, pero la mayoría de humanos piensan que somos una plaga e inventan insecticidas para matarnos, cuando somos necesarios para que otros animales puedan comer, para realizar las funciones de descomposición, para polinizar y que surja la vida en otro sitio…Y claro, cuantos más insecticidas más contaminado está el aire y menos lluvia hay, con lo que nuevamente peligra la vida de todo el mundo.

―¡A eso sí que no hay derecho!―protesta un castor. En eso de la lluvia tienes mucha razón. Nosotros también cada vez somos menos. Ya no podemos construir nuestras casas en los ríos porque apenas baja agua.

―Señoras, señores, vayan tomando asiento, por favor, que la reunión va a comenzar. Tenemos un orden del día bastante largo y queremos que todo el mundo tenga la oportunidad de intervenir, así que cuanto antes empecemos, primero acabaremos―anunció el roble a modo de introducción―. Ante todo, quiero agradecerles su masiva asistencia por lo que constato que el debate tiene gran interés público. También quiero agradecer a toda la red de voluntarios su intenso trabajo para hacer posible esta convocatoria con tan poca antelación. Como siempre han realizado un trabajo impecable y poco vistoso, por lo que pido un gran aplauso para ellos.

―¡Bravo, bravo!―corearon desde todas partes. Era impresionante observar la marea de hojas, ramas, troncos, flores, matorrales, arbustos, pájaros, burros, vacas, caballos, castores, nutrias, cabras, ovejas y un sinfín de seres que se habían concentrado aquella tarde. Había pancartas que expresaban el malestar general:

¡Stop desahucios! Rezaba la de la A.C.S.H. (Asociación de Caracoles sin Hogar)

¡Pirómanos a prisión sin contemplación! de Arbustos en Acción

“Sin bosques no hay futuro” de Árboles sin Fronteras

“Verde, que te quiero verde” de la Confederación de Olivos

El roble comenzó a hacer un recuento de las pérdidas de los últimos incendios ocurridos en la comarca y el informe fue bastante devastador: 14.000 hectáreas calcinadas donde no volvería a crecer una hierba en años, cantidades estratosféricas de árboles heridos de gravedad, con quemaduras de primer, segundo y tercer grado, millares de animales desplazados y sin hogar, vagabundos sin rumbo, cientos de huérfanos, perros sin dueño…La lista parecía no acabar y los rostros de todos los asistentes reflejaban el dolor, la angustia, el miedo y la incertidumbre por no saber qué les depararía el futuro. Circunspecto, al finalizar la evaluación de los daños, el roble añadió:

―Yo ya soy mayor, mi tiempo se está agotando y ya he vivido muchos años contemplando cómo cada vez el bosque es más pequeño, está más silencioso y hay menos actividad. Antes éramos un montón de robles, nos multiplicábamos con facilidad, había sitio para otros árboles y convivíamos en armonía, porque los hombres nos respetaban, sabían que éramos fuente de vida, les dábamos sombra en los días de calor y leña que nos sobraba en invierno para que se calentaran. Sólo nos talaban si era necesario. Desde hace ya bastante tiempo han entrado en una espiral de codicia y nos sustituyen por árboles que crecen más rápido y que pueden talar para construir, para uso industrial, para hacer papel y otras cosas. Durante muchos años no sabían que con eso estaban destrozando el planeta, pero hubo un día en el que se dieron cuenta de que el clima estaba cambiando, que llovía menos, que tenían sequías o lluvias muy torrenciales anómalas, que los polos se estaban derritiendo y empezaron a pensar e investigar qué estaría ocurriendo y si eran ellos los culpables del problema. Algunos advirtieron y admitieron su culpa intentando convencer a los demás de que había que tomar medidas urgentes para evitar el desastre, pero la mayoría ha preferido seguir a lo suyo e ignorarlo confiando en que un día alguien inventará una máquina que lo arregle todo. Esta es la situación actual y aunque hay humanos que intentan contribuir con su granito de arena, la verdad es que la mayoría ni se enteran y otros sacan mucho dinero de seguir contaminando, quemando y machacándonos a todos. Amigos, este es el panorama global. Creo que ya hemos soportado muchas vejaciones, robos, desahucios y envenenamientos, de manera que ha llegado el momento de actuar y protestar masivamente, actuando de manera coordinada para que nuestra voz se oiga.

(Aplauso y vítores).

―Bien, amigos, quiero oír vuestras propuestas.

Un chopo de mediana edad tomó la palabra y dijo:

―Creo que deberíamos nombrar una comisión que evalúe la situación, elabore un informe, nos proponga varias soluciones y luego las votemos. Para mí es un problema demasiado complejo y veo necesario que los más preparados nos aporten sus ideas.

Una joven oveja añadió:

―Yo más bien pienso que deberíamos pensar entre todos, organizar una asamblea y que todo el mundo aporte la solución. Eso sería más democrático. Además, estoy harta de que me digan lo que tengo que hacer, quiero pensar por mí misma. Aunque sea una oveja mi voz también cuenta.

Un caballo comentó

―¿Y si nos aliamos con los humanos que nos aprecian y buscamos una solución común?

―¡NOOOOOOO!―fue el grito unánime.

El portavoz de Arbustos en Acción tomó la palabra para expresar lo siguiente:

―Pero, ¿todavía hay alguno que confíe en los humanos? ¿No os han maltratado ya lo suficiente? Radicalmente me opongo. Aquí tenemos que hacer la revolución, una protesta grande y que se nos oiga por todas partes. Tenemos que pensar en la manera de hacer una huelga general que les obligue a replantearse las cosas, organizar acciones de impacto para llamar la atención y fastidiarles en lo que más les duele. Nosotros podemos contribuir creciendo desmesuradamente, metiéndonos en sus casas y ocupándolo todo. Tenemos mucha capacidad y recursos para hacerlo.

Un miembro de Árboles sin Fronteras, más prudente objetó:

―La revolución violenta e invasiva no funciona. Ya habéis visto que cuando crecéis a destajo y sin límites ocurren dos cosas: o bien os ignoran porque os extendéis en zonas que no les molestan, pero en ese caso sois un peligro, porque cuando salta el fuego ardéis los primeros y nos ponéis en peligro a los demás. Si les molestáis vienen con la podadora y os ponen a raya en unos días. Lo siento, pero no es una solución, sois especies vulnerables y ya está bien de inmolaros, ¿no creéis?.

―¡Oye! Que yo no me he metido contigo. También somos especies bien útiles, no solamente somos peligrosos y pinchamos. Que te digan las ovejas y las cabras si les parece bien que existamos. Les damos alimento todos los días. Nuestros frutos dan de comer a las abejas, que son muy aliadas de las flores para polinizar. Muchos de nosotros damos buen olor, somos plantas medicinales y cuidamos de que los estómagos de los animales estén saludables. También servimos a los humanos como medicina, pero bueno, eso es harina de otro costal.

―Yo no estoy dudando de vuestra utilidad, simplemente digo que la acción que propones no es muy efectiva―replicó el árbol.

―Bueno, no entremos en discusiones personales, vayamos al grano, que si no nos eternizamos, por favor―intervino el roble para moderar la situación.

―Yo propongo algo muy radical, pero muy efectivo―alzó la voz una bella rosa. Deberíamos ponernos todos de acuerdo para durante varios días no realizar la fotosíntesis y así no se renovara el aire de sus asquerosas ciudades. Mira que siempre les hacemos el trabajo sucio y es una vergüenza cómo nos ningunean. Así se darían cuenta de que nos necesitan. Si esta acción la realizáramos un par de veces a la semana yo creo que las cosas cambiarían y nos empezarían a tomar en serio. ¡No pueden vivir sin oxígeno!

Esta propuesta tuvo un gran apoyo popular entre el reino vegetal y excitados empezaron a hacer planes y consultar sus agendas para ver cuáles eran los mejores días para tampoco perjudicarse a sí mismos.

―¡Un momento!, gritó una vaca para que se la oyera por encima del tono excitado que estaba tomando la reunión. Si dejáis de hacer la fotosíntesis los animales también sufriremos, no sólo los humanos. No podéis boicotearnos a nosotros también, sería injusto. Bastante nos fastidian ya los humanos matándonos para comer e incluso para divertirse. ¡Nosotros siempre en medio, pagando el pato de todo!.

Una hoja de castaño rebatió a la vaca diciendo:

―Bueno, en todas las revoluciones y huelgas ha habido que hacer sacrificios por el bien común y por conseguir el objetivo final. No pensaréis que la revolución se hace de rositas y pastando todo el día como si no pasara nada…

―Oye, guapa, que nosotras ya hacemos suficientes sacrificios: nos ordeñan todo el día, nos encierran en cuadras pestilentes, nos dan paja seca para comer en vez de pasto jugoso, nos enchufan hormonas para que crezcamos más rápido y tengamos más carne y al final nos llevan al matadero y nos abren en canal. Encima a algunos de nuestros maridos los llevan a unos sitios que se llaman plazas de toros donde después de marearlos un rato con un trapo rojo los matan con varias estocadas hasta que se desangran.

―Eso, eso, ―añadió un cerdo que estaba a su lado―ya estamos hartos de que nos engorden artificialmente todo el día. Qué creéis, ¿que nos gusta estar así de gordos y no podernos ni mover? A mí ya me gustaría tener la figura de un caballo y poder brincar por ahí todo el día.

― Bueno, tampoco te creas que nuestra vida es tan allá. Nos monta gente de todas clases: adolescentes consentidos que después de montarnos durante horas ni se acuerdan de que somos seres vivos y necesitamos beber igual que ellos, kamikazes que no hacen más que arrearnos, gente que tiene miedo y se nos agarra hasta de las crines…de todo hay, pero bueno, luego hay muchas personas agradables que nos cuidan mucho, la verdad sea dicha.

Un águila tomó la palabra con tono desafiante:

―¿No será que este es un infiltrado? ¡Habla con un tono conciliador que no acaba de gustarme nada!.

―¡Oye! Que sea ecuánime y reconozca las cosas buenas no quiere decir que esté a su favor, ¿vale?. Y mejor harías en ser más prudente, que si no fuera porque ellos cultivan los campos y los ratoncillos tienen su sustento en los trigales, ¡a ver qué comeríais vosotros!.

―¿Tengo que recordaros que estamos aquí para buscar soluciones y no para pelearnos entre nosotros?―intervino de nuevo de forma contundente el roble para reconducir el diálogo―A mí la idea de la compañera rosa me parece bastante inteligente si llevamos a cabo un plan bien coordinado. Para que fuera más efectivo, ¿qué os parecería si lo llevamos a cabo por fases, empezando en las ciudades. Cada semana le tocaría a una ciudad diferente hasta que salten las alarmas en todas y observen que sus índices de contaminación se disparan por todas partes. Si organizamos un calendario los animales sabrán cuándo tienen que desaparecer por unos días de la ciudad. Imaginad por un instante que de repente a todos los dueños de mascotas les desparezca su protegido durante unos días al mes. Eso sí que les llamaría la atención, ¿no creéis?.

En este momento el griterío de todo el mundo era ensordecedor y el entusiasmo recorría la reunión.

Un perro se dirigió a la asamblea diciendo:

―Creo que los perros somos los más indicados para crear este calendario, ya que somos el colectivo de mascotas más numeroso. Nosotros encantados y muy honrados de trabajar en ello.

Un gato y un pájaro también se sumaron:

―Si necesitáis ayuda para la difusión o lo que sea ¡contad con nosotros!.

Y así, de manera natural, se fueron creando corrillos de trabajo que fueron madurando aquella idea hasta su puesta en marcha. Muchos animales, árboles y plantas nunca habían hecho una revolución y sentían cómo podían estar haciendo historia y plantando la semilla para un nuevo orden mundial. De forma espontanea hubo grupos de trabajo que empezaron al mismo tiempo a pensar cuáles iban a ser sus reivindicaciones el día que los hombres se dieran cuenta de que les necesitaban y se sentaran a la mesa a negociar el espacio común en un ámbito de respeto mutuo. Se formaron grupos para crear un manual de buenas prácticas del uso de la naturaleza, algunos se dedicaron a pensar en cómo podían llegar a los niños para sensibilizarlos con el problema, conscientes de que en la mano de éstos se jugaría el futuro de todos, otros crearon una comisión de ayuda a los damnificados, el hospital de campaña de Aloe Indignado no dejó de curar heridos durante días….La actividad fue frenética durante varias semanas de manera que nunca en la historia del bosque se había conocido una movilización colectiva de esta envergadura ni todos habían trabajado pezuña con pezuña y rama con rama por el bien común. Igual que en el mundo humano ellos se habían acostumbrado a luchar unos contra otros por su supervivencia y era la primera vez que se juntaban para trabajar en equipo. Pasara lo que pasara con esa revolución, fracasara o no, ya habían conseguido una victoria importante: reconocer que la unión hace la fuerza.