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miércoles, 29 de mayo de 2013

archimalditos seáis todos

Empecé siendo archimaldito y creí en extensiones de mi espíritu creando el clan de los archimalditos: Personas con principios inamovibles.
Un archimaldito no está maldito, en incoherencia con su propio nombre.
Los archimalditos no enarbolan banderas sino que crean imperios gobernados por creadores de mundos propios.
Los archimalditos activan la llama de la esperanza.
Los archimalditos son generosos por naturaleza.
Un archimaldito siempre está estupefacto ante la realidad circundante y la envolvente.
Ser archimaldita es igual a ser archimaldito. Los géneros sexuales limitadores no existen.
Un archimaldito se rebela siempre contra el sufrimiento ajeno, impuesto a cosas artificiales, seres inanimados, animales, vegetales y personas.
Un archimaldito es, ante todo, libre y liberador.
Un archimaldito tiene, como regla personal principal, la obligación no impuesta de despertar conciencias, de remover consciencias.
Nunca lograrás identificar a un archimaldito, salvo que ese archimaldito lo haga voluntariamente.
Nunca hagas caso a lo que un archimaldito dice. Siempre dice la verdad.

Firmado: archimaldito

domingo, 26 de mayo de 2013

En el fondo soy un cuentista

Rebusca que te rebusca, sondeando en mis archivos de papel para recuperar escritos que me inspiren o sean ya inspirados para ser compartidos, mira por dónde encuentro un cuento gráfico realizado por mi hijo en el año 2000 como trabajo para la escuela, donde escribí yo el texto para inspirar sus ilustraciones.


LA COMETA SOFÍA




Érase una vez un niño que, como no tenía alas, no podía volar y, por eso, con su cometa Sofía le gustaba jugar.




La volaba y volaba y tan alto quería llegar, que un buen día se le pudo escapar.




Pero agarrándose fuerte a su hilo, la llegó a controlar.
Pero un viento fuerte sopló...



... Y hacia el Sol se quería escapar.
Y el niño se puso a llorar porque su cometa sin él quería estar.




Y ella le dijo:
-No te preocupes, Juanito. Si te agarras fuerte fuerte conmigo también volarás.
Y Juanito, sin alas, el Sol pudo alcanzar.

EL FIN





sábado, 25 de mayo de 2013

Mis archimaldiciones

Mis archimaldiciones más profundas e hirientes a los opresores del mundo.
Mis archimaldiciones más profundas e hirientes a los privilegiados que han conseguido sus privilegios a costa de otros.
Mis archimaldiciones más profundas e hirientes a los que no permiten ni la igualdad ni la justicia ni la libertad.
Mis archimaldiciones más profundas e hirientes a los que creen que tienen derecho a todo pisando los derechos de los demás.
Mis archimaldiciones más profundas e hirientes a los que no tienen ni dignidad ni respeto ni conciencia ni consciencia.
Mis archimaldiciones más profundas e hirientes a los que no aman la belleza de este mundo y hacen todo lo posible por destruirla.
Mis archimaldiciones más profundas e hirientes a los que no respetan la vida de las otras especies.
Mis archimaldiciones más profundas e hirientes a los que  se escudan en tradiciones estúpidas para comportarse como estúpidos energúmenos.
Mis archimaldiciones más profundas e hirientes a los que creen que pueden apagar la luz interior de los que la tienen.
Mis archimaldiciones más profundas e hirientes a los que no se dejan amar.
Mis archimaldiciones más profundas e hirientes a los que no aman.
Mis archimaldiciones...

sábado, 18 de mayo de 2013

¡Una ración de microrrelatos! ¡Marchando!

Estimados y muy apreciados lectores de mi blog. Hoy quiero compartir con vosotros la nueva aventura en la que estoy enfrascado:

Desde el 9 de abril de este 2013, estoy participando en una página web de literatura corta en la que publico algunos de mis relatos más cortos, a la vez que disfruto de mi nueva pasión: las microficciones. Es por ello que he publicado en dicha página algunos de los relatos que ya he publicado en éste, mi blog, y he estado añadiendo otros nuevos, escritos ex profeso. Los que no conocíais, los integro también ahora aquí, pero sólo los que he publicado durante el mes de mayo, añadiendo, al final de la lista, un relato inédito hasta ahora, y exclusivo para vosotros (hasta que dentro de unos meses lo publique en Corto Relatos). Dicho sea de paso, lo escribiré el último, y si me permitís me gustaría que me ayudarais dando un título al mismo, así el que más me guste será el que utilice para publicarlo fuera de mi blog (especificando el autor de la idea cuando lo haga). Dicen, los que saben, que el título de un relato es muy importante para el contenido y para la imaginación del lector en lo que sugiere el mismo. Yo quiero dar "la vuelta a la tortilla" y dejar que el lector dé título al relato según lo que le sugiera.
Os pongo a continuación el enlace de esta página web donde, como dice el creador de la misma, "la idea es ofrecer una plataforma en la que todos los aficionados a las pequeñas historias puedan publicar la suya y entretenerse leyendo la de los demás usuarios."



Bueno, lo dicho, ¡a disfrutar! o ¡a sufrir! Ya me diréis cuál os gusta más. Espero vuestros comentarios.


Miedo

El monstruo no estaba dentro de él, sino que le acompañaba a todas partes, creyendo que sería absorbido por él, por entero.

Clímax



El péndulo osciló por penúltima vez.

Michael Joseph Jackson

Sesenta mil personas esperando.

Sesenta mil personas aclamando.

El ritmo de un bajo reconocido en la histeria.

Mi sombrero negro. Mi mano y mis tobillos en lentejuelas.

Mi Dios, mi madre, mi música, mis fans. He de salir y darlo todo.



¡Fuego!



Rodilla en tierra, miré a los ojos de una de las víctimas de esta guerra absurda y cruel. Tras un breve lapso, miré a esos mismos ojos a través de la mirilla de mi fusil. Tras otro breve lapso, pensé en mí y acaricié el gatillo. En el último lapso, el comandante del pelotón miró a mis ojos y asintió. ¡Fuego!

Resplandor

Cuando la Luz me cegó, dejó de ser Luz.

Soy alguien

Hoy sé que soy alguien porque alguien no me llamó por mi nombre.

Encontré fascinante que no se riera de mí mientras me miraba. Me insultaba cuando hacía como si no estuviera.

Personalmente agradecí que fuera como era, y no me molestaba que me ignorara mientras era.

Tal como a mí fue, fue para mí que fuera mientras era.

Por llevar la contraria

Prefiero vivir de pie que vivir arrodillado. Lo siento, Che.

Adulto

Leer nalgas y tocar libros: Placeres confesables.

Ladrón

Las pesquisas de la pescadera la llevaron a su gato, a su propio gato.

El escritor de ciencia ficción

Visité aquel mundo y me quedé en él. Aún sabiendo que estaría solo el resto de mis días. Me daba igual. Nadie ni nada me esperaba en mi planeta de origen. Me ilusionaba ser un pionero. Aunque nadie lo llegara a valorar. Me atraía la aventura, aunque el relato de la misma terminara difuminado en la vejez decrépita. Me entusiasmaba empezar de nuevo, aunque la sombra de la rutina se cerniera sobre este nuevo período de efervescencia creativa.

El Inquisidor

Por las noches los remordimientos no le dejaban dormir. Se decía a sí mismo que quizás presionaba demasiado a la gente.

¡Despierta! ¡Despierta!

Cachetearon su cara para despertarla de una larga pesadilla de cuatrocientos años.

- ¡Bienvenida! Te buscaremos un cuerpo adecuado.

- ¿Qué pasó con el que tenía?

- Lo descongelamos hace doscientos años para curarte el cáncer y, tras fracasar, no aguantó el proceso de recriogenización. ¡No intentes mirar hacia abajo porque sentirás vértigo y terror al vacío!

- Creo que me gustaba más la otra pesadilla.

El gallo

Acaba de salir el sol. Creo que es momento de incordiar.

Hoyo 17

La araña acababa de nacer y, persiguiendo la luz al final del túnel, fue aplastada por un mundo blanco.

Cuando el título de un cuento es más largo que el propio cuento (Minimalismo)

Érase.

(Nota: Con este microrrelato he publicado, en diferentes grupos, un debate en LinkedIn, con cuyas aportaciones he aprendido mucho).



Una vida

Primero un pie, después el otro. Primero un pie, después el otro. Y así, cientos de miles de veces hasta llegar a mi destino: La Muerte.

Miserables

Pordioseros en el camino de los alados que levitáis no osando tocar el suelo con el pie equivocado.

Objetivo: Trastear

Hoy he trasteado en mi cerebro y sólo encontré eso, trastos, cacharros inservibles, que voy a reciclar para continuar mi obra maestra: Mi vida.

Empújame

Un pie al borde del precipicio, y la cabeza, al borde del infinito.

¿Eres tú, Bela?

La laguna, oscura. Los ojos, relucientes. Mi cuello, crispado. Tus dientes, invencibles.

Payaso

Odiaba ser el hazmerreír de la función.

El no ser

Siento que no siento, veo que no veo, hago que no hago y, muy dentro de mí, noto que me deshago.

Certeza


Tras segundos de dudas, infundadas todas ellas, se lanzó al vacío y se probó a sí mismo lo que ya sabía: Que podía levitar.



Maestro

Era especialmente cruel con sus alumnos: Les enseñaba la verdad.

Élite

Nadie podía imaginar cuánto había sufrido por la humanidad, antes de exterminarla.

En blanco

Cuando la hoja de papel caía blanca se sentía defraudada.

Nirvana

Mascando luz. Sonrisando los labios tenues de tanta lucidez.

Peeling

Me encontré al payaso exfoliando la tristeza de sus rostros.

Y para terminar: 
LA PUTA VIDA, SIN MÁS

   Me asomo al vacío y veo agua al fondo. Acude el vértigo y caigo. 
   No sé cuántos días pasarán hasta que me encuentren. Demasiado solitario este rincón de la finca. 
   No voy a desgañitarme. Intentaré trepar.
   El frío húmedo está invadiendo mis huesos. La piel de las manos es un amasijo de arrugas hinchadas.
   La luz del día está a punto de desaparecer. ¿Debe ser así la muerte? Lo peor va a ser el dolor.
  Y ahora, ¿para qué quiero el medallón en mi bolsillo? ¿De qué me sirve ahora haber aprovechado la ausencia del dueño de la casa para husmear?
  No tenía que haberme acercado a esta trampa. Pero nunca había visto un pozo, como los de las fotos, como los de las películas. Mi curiosidad me ha matado.
   Ausencia de testigos de mi pecado, ausencia de testigos de mi presencia. Con este calor, ¿quién estaría mirando por su ventana y me vería pasar? Nadie se ha enterado de que estoy aquí. Yo mismo me he sentenciado.
   Me toca esperar el entumecimiento. No voy a gritar. ¿Para qué? ¿Para volverme sordo con mi propio eco?
   No tenía que haber hurgado en los cajones del despacho. El medallón pesa demasiado.
   Me empiezan a doler los moratones que me hice al caer. Ahora ya no noto el tobillo torcido, porque todo yo soy dolor. El frío de este fondo me lo agudiza.
   Creo que quiero que acabe ya. Pronto. No voy a llorar. No voy a ponerme a recordar imágenes y momentos felices en mi desdichada vida. Demasiado corta.
   ¡Qué pena! No voy a pedir a un dios, en el que no creo, que me saque de ésta, y menos aún dar mi palabra de que si salgo vivo me redimiré. 
   Soy demasiado cobarde.
   Quizás en otra vida. ¡Vaya, tiene gracia! En otra vida que quizás tenga dentro de muy poco. 
   Pero, ¿y si no la hay? ¿Y si muero aquí y ahora y se acabó?
   He dicho que no voy a gritar. He dicho que no voy a llorar. Da igual: Nunca digo la verdad.
   ¡Socorroooo! ¡Socorroooo! ¡Aquí! ¡Aquí! ¡En el pozo!


NOTA (1 agosto 2013): LA PUTA VIDA, SIN MÁS, título sugerido por Juan Diego Baños de Andrés, también conocido como JuanDeeJay










sábado, 11 de mayo de 2013

Microrrelatos: ¿Literatura?

"El dinosaurio", del guatemalteco Augusto Monterroso, consta de una sola frase: Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Perfecto relato, ¿no es cierto? Con un poder de persuasión imparable, por su concisión, efectismo, color, capacidad sugestiva y limpia factura. (Extracto de CARTAS A UN JOVEN NOVELISTA, de Mario Vargas Llosa, 1997).

   ¿Qué debo responder a la pregunta de Mario Vargas? Por supuesto que es un relato perfecto: Es un MICRORRELATO perfecto.
   Me imagino que en la época que Monterroso lo escribió (1959) no podía imaginarse (¿o sí?) que el microrrelato, nanorrelato y otras variaciones del minimalismo literario se pondrían de moda en el siglo XXI.
   Yo, como eterno aspirante a escritor reconocido, leo mucho microrrelato, y, atreviéndome a la osadía máxima, también lo escribo.
   Microrrelato, según la Wikipedia, es una construcción literaria narrativa cuya característica principal es la brevedad de su contenido. El microrrelato también es llamado microcuento, minificción, microficción, cuento brevísimo o minicuento.
   No es algo nuevo, es cierto, pues siempre han existido autores que lo han cultivado a lo largo de la historia de la Literatura, aunque lo llamaran de otras formas: Borges, Ramón Gómez de la Serna, Juan Ramón Jiménez...
   Luis Felipe Lomelí superó a Monterroso en brevedad con el cuento más corto escrito en español: EL EMIGRANTE.
   "- ¿Olvida usted algo? - Ojalá"



     Existirán microrrelatos que estarán detrás de nombres desconocidos, y, aunque es imposible leerlos todos, algunos son auténticas genialidades.
   Hoy, en www.cortorelatos.com , he publicado lo que se puede llamar el colmo del nanorrelato. Simplemente una llamada de atención. 



   No es una tomadura de pelo, aunque lo parezca. Es abstracción pura porque, con una palabra, puedes abrir el campo de las especulaciones infinitas de lo que podría ser la libertad del lector para imaginar continuaciones al relato, situaciones, personajes y mundos. Una página mental en blanco que el lector puede escribir con su creatividad. 
   Puede que sea el ideal perfecto que cumple a rajatabla el concepto de microrrelato.



sábado, 4 de mayo de 2013

La Culpa, por EM Rosa


   Revisando mi registro de memoria interna, me doy cuenta de que siempre he tenido obsesión literaria y cinematográfica por los robots y/o androides. Asimov, desde que tengo uso de razón, ha sido el culpable de inculcarme pasión por unos seres artificiales que siempre quieren (aún no sé por qué) asimilarse a los humanos.
Su serie de Robots valientes y arriesgados, faltos de sentido del peligro, pero más morales y humanos que los propios hombres, poblaron mis lecturas, junto con la serie (que ahora se llamaría franquicia) de la Fundación. 
   Y en el cine y la TV, Data, mi añorado Data de Star Trek, que sustituyó en su inteligencia a mi admirado Mr. Spock, o el Nexus 6, interpretado por el inigualable Rutger Hauer, cuyas frases, antes de morir, aún me ponen los pelos de punta y las lágrimas en la emoción, que ha hecho que, aún después de tantos años transcurridos después de su estreno, Blade Runner sea mi película favorita de todos los tiempos.
   Confieso que he llorado con algunas partes de El Hombre del Bicentenario (antes de ver su versión cinematográfica con el irrisorio y ridículo Robin Williams) y que Yo, Robot, me parece una obra maestra.
No contento con leer y leer y visionar y visionar robots (los últimos, los Cylons de Battlestar Galactica, obra maestra entre las series de TV), busco relato sobre ELLOS, que algún día nos sustituirán (clamo al cielo que no se parezcan al Terminator de Schwarzenegger), y escribo novelas y cuentos varios con mis personajes favoritos, de fondo. Quizás, al no ser inmortal (eso creo) me satisfago íntimamente creyéndome uno de ellos y me trasfiguro en mi Adeldran de Luztragaluz, mi alter ego, hasta en Twitter (AndroideDesenfrenado).
Sea como sea, y como hay que instaurar este subgénero dentro del género de la ciencia ficción, los ROBOTS (Die Roboter, Kraftwerk) me seguirán obsesionando y encumbraré a todo aquel que no los muestre al común de los mortales como maquinitas esclavas de los soberbios y estúpidos humanos.
   Ahora, que también me he atrevido a publicar en www.cortorelatos.com, he descubierto este relato que quiero compartir en mi blog, con el permiso de su autor, porque lo inteligente debe ser admirado y todo lo que enseñe y nos encamine hacia la Verdad, debe ser difundido: 


La Culpa.

Leía las noticias con angustia y dolor. Ahora parecía que la generación de pequeños conflictos, guerras étnicas, tribales, religiosas y demás especies, en ciertos sectores emergentes del planeta, favorecían mucho más al comercio de armas que las confrontaciones grandes, multitudinarias y largas en el tiempo. Era mucho más rentable el enfrentamiento entre grupos pequeños por corto tiempo. Los absurdos derramamientos de sangre, la aniquilación de aldeas enteras donde casi no había otra cosa que ancianos, mujeres y niños era algo que desintegraba su ánimo y sus ganas de trabajar. Claro, no se trataba solamente del comercio de armas de mano. Los tiranuelos de turno habían descubierto que podían, merced a los diamantes y el petróleo, tener acceso a tecnologías más atractivas que los ejércitos ordinarios y entraron al mundo de la robótica. Los capitanes de dicha industria les diseñaron mecanismos autónomos con mando a distancia para que “jugaran” a la guerra desde su piscina palaciega o desde el mismo recinto del harem. Claro, la eficacia de estas atroces máquinas era mucho más alta que la de un hombre, un carro blindado artillado robótico no gastaba una bala si no daba en el blanco, sin hablar de los lanzallamas, lanzagranadas, etc.
Para colmo los ingenios estaban dotados de un cerebro artificial altamente inteligente que podía hacer básicamente de todo. Todo esto solo redundaba en una mayor eficacia a la hora de hablar de muerte, a tal punto que la formidable acumulación de cadáveres hacía que el hedor a putrefacción se extendiera por centenares de kilómetros a la redonda ofendiendo el olfato de jeques y mandamases de facto, por no hablar de pestes y otras yerbas generadas por semejante masa orgánica en descomposición. De esta manera decidieron que para seguir “jugando” deberían, luego de una matanza medianamente masiva, rociar los cuerpos resultantes con los lanzallamas para evitar interrumpir la “diversión”.
Si bien era un tema que sensibilizaba a cualquiera, a él lo demolía, dado que su trabajo consistía en el diseño de cerebros artificiales. Cuando comenzó a trabajar en el Departamento de Diseño Bio-fotónico de “Roberson Cyber Sistem” propuso implantar en los cerebros cláusulas restrictivas respecto a los daños a seres humanos y la propuesta fue rápidamente aceptada. Más luego la competencia hizo contacto con “esos tipos” y la generación de inofensivos ingenios utilitarios, beneficiosos para el Hombre, perdió vuelo a manos de la formidable rentabilidad de los sistemas bélicos “para jugar”. La codicia junto con la caída del paquete accionario de Roberson hizo que el directorio decidiera anular toda cláusula restrictiva y se lanzó frenéticamente a la producción de juguetitos para genocidas.
Los cerebros bio-fotónicos implementados fueron los de su diseño… y arrasaron con el mercado, por efectivos y eficientes…
Era por eso que, razonable e indirectamente, se sentía responsable del setenta y cinco por ciento de las matanzas tribales, raciales y religiosas del mundo entero, además del potencial peligro que significa que casi todos los misiles intercontinentales del primer mundo llevaran cerebros de su propia autoría.
Era por eso, también, que miraba el arma en su mano con expresión vacía y determinada. Y fue por eso que llevó el arma a su sien derecha y apretó el gatillo sin dudar un instante, pulverizando gran parte de su cabeza.

 ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...

El estampido resonó como un trueno en el exterior. Muchos, sobresaltados y alarmados, corrían de aquí para allá buscando el origen de la detonación. Las puertas de algunas oficinas se abrían y sus ocupantes mostraban expresiones de curiosidad, alarma y ansiedad. Rápidamente llegó personal de seguridad de la empresa ordenando a los alterados empleados que desalojaran el piso. Rápidamente, solo quedaron los guardias y decidieron inspeccionar oficina por oficina pero no hizo falta, solo una tenía su puerta cerrada. Al entrar en dicho claustro encontraron a quien originó el escándalo.
Aún tenía el arma en su mano, caliente y humeante. De su cabeza solo quedaba algo más que la mitad.
Cuatro fornidos guardias hicieron falta para cargar al robot hasta el desarmadero, cuyo destruido cerebro bio-Fotónico estaba, hasta hacía diez minutos, dotado de las tan famosas cláusulas restrictivas.

jueves, 2 de mayo de 2013

Mi traición

   Tengo una amplia biblioteca cuyos ejemplares fui atesorando durante años y, al cabo de esos años, me he dado cuenta que los tesoros inalcanzables existen.
   En la era de la información digitalizada, en la que nada existe si no está en las redes de internet, los kilos y kilos de papel impreso se acumulan, y con ellos, los kilos de desgana por pasar las yemas de los dedos por sus lomos y páginas.
   Y la tristeza me asola, y la impotencia me estropea aquel sentido antaño, quizás equivocado, de la bibliofilia. 
   ¿Fue, quizás, un autoengaño, un síndrome, del que no me percaté en su momento, relacionado con la acumulación sin sentido? ¿Tuve la esperanza, en su momento, de leer todo lo que compraba, recogía o intercambiaba?
   ¡Qué desfachatez utilizar un libro como mero adorno decorativo! Pero, ¿no es más ridículo e improductivo utilizar un libro como relleno de una personalidad no completada?
   El agua y el fuego son enemigos, naturales y artificiales, de nuestros amigos los libros, pero aún peor enemigo es su ignorancia, su exclusión, su desaire, su arrinconamiento.
   Eso alimenta el propio oscurantismo, la propia censura, el caer en una profunda manipulación voluntaria.
   Mis libros, mis tesoros, mis alarmas internas, que gritan, con su presencia, mi traición.
   Al menos aún tengo el consuelo, el lacerante consuelo, de demostrarme a mí mismo, que puedo crear palabras y dibujarlas sobre un papel inmaculado con el movimiento de danza de mis dedos, antes de trasladarlas al mundo virtual, como estoy haciendo en este instante, y que sólo el recuerdo futuro de ello impregnará mi vejez, cuando caiga en la cuenta de que la desfachatez presente podrá ser arrepentida sin penitencia, sin remordimiento, al posar mis ancianos ojos sobre las palabras escritas por mí y por otros, y que así haré justicia, poética y narrativa...