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sábado, 26 de mayo de 2012

Otro primer capítulo de un cuento: SEGUNDA OPORTUNIDAD

Anuncié, cuando recién me estrenaba en este blog, que os enseñaría algunos primeros capítulos de alguna de mis obras. Hoy le toca a "Segunda oportunidad", un cuento de misterio que espero os guste y os tenga un poquito atrapados, por lo menos tanto como para que me pidáis que publique los siguientes capítulos.

I.
   La soledad invadía, de inmediato, la nueva vida, la que se inauguraba al abrir los ojos. Y en la oscuridad de la habitación, enfundado en las mantas de basta textura y agradecido por su calor protector, los pensamientos deambulaban desde los actos cometidos el día anterior hasta los proyectos que, dentro de la rutina conocida, anunciaban al cauteloso el nuevo día.
   El pesimismo crónico le soplaba al oído que aquel era un día inmerecido. Que algo, con toda seguridad, saldría mal y torcería el curso de la batalla. La que libraba con sus semejantes, aguantando sus monsergas sobre lo especial de su personalidad, de su aspecto, de sus acciones.
   Al recordar su nombre, Salvador, decidió que no esperaría a que sonara el despertador para echar a un lado las apestosas sábanas y posar sobre el gélido suelo sus pies planos.
   El cazo descascarillado, ése que siempre iba a cambiar al día siguiente, la nata pegada requemada en sus bordes y el aroma a leche rancia mezclada con el cacao insulso le situaba en la dura realidad. Y los restos duros de pan mojados en el tazón le imbuían de la fuerza necesaria para enfrentarse a la nueva jornada.
   Debía ir a trabajar. Desde que murieron sus padres no tuvo más remedio que tragarse algunos miedos y enfrentarse a la jauría.
   Hacía tiempo que se dio cuenta que el Nuevo Orden exaltaba, hasta cotas insuperables, el Egoísmo, el extraído de una variedad infinita, de tantos como seres humanos había, amalgamando a todos y haciéndose único. Ignorar, empujar, pisar, trepar.
   Pensaba que, en el fondo, la suerte sí le había acompañado en algún tramo de su existencia. Como cuando consiguió su último nuevo trabajo. Una de esas vacantes eternas por las que pasan innumerables candidatos que nunca cuajan. Aceptó lo que nadie quería. Ser un burócrata que se dedicaba a rellenar parsimoniosamente ficha tras ficha de referencias, para que alguien que estaba por encima de él se llevara todos los méritos.
   Y aquella mañana era tan importante como la de hacía un mes, pues hoy se cobraba. No era para echar campanas al vuelo, pero con ese mínimo sueldo sobrevivía, sin permitirse lujos ni derroches, algo que para sus humildes pretensiones no era un gran sacrificio. Que otros se dieran el gusto de comer alguna vez fuera de casa, de presenciar algún espectáculo o de comprarse el último artículo de moda, no despertaba en él envidias ni recelos.
   Su profundo desánimo era más complejo, inconscientemente sofisticado: Había perdido las esperanzas de recuperación del espíritu humano primigenio. El que estuvo alejado de las guerras, de los abusos cometidos contra la Naturaleza, de la falta de convivencia entre credos y razas, de la adoración al prepotente tótem del dinero, de las trampas económicas y sociales que estaban decapitando a toda una especie, de los liderazgos efímeros y nocivos.

2 comentarios:

  1. Pues sí, por ahora quiero seguir leyendo la continuación de esta obra. Me gusta, pero....(siempre hay un pero)lo veo un poco recargado. Bueno, eso siempre te lo he dicho.

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  2. Ánimo, sigue, esas pocas líneas deben tener una continuación.

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