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jueves, 23 de octubre de 2014

Pulmón

Me costaba respirar.
Me costaba asumir la inhalación del aire enfermo.
Me costaba asumir que ésta sería la última vez que tendría la oportunidad de terminar mi obra.
Demasiados muertos en el mundo.
Demasiados intereses ocultos para que siguiera habiendo demasiados muertos en el mundo.
Pero la advertencia íntima llegaba y mi intuición trabajaría para lograr el objetivo.
No habría solución más extrema que la aniquilación de los que ostentaban el poder.
No cejaría en el empeño de verlos a todos muertos: La Élite terminaría fagocitándose a sí misma.
Y respiraría el mundo. El mío. El de todos. Y los Derechos serían Hechos.
Porque todos serían iguales. Menos yo.
Porque cargaría sobre mi conciencia la exterminación de la ralea inverosímil.

Y pensando, en un nanosegundo, en todo ello, me costaba respirar.


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