Afrenta

 
Se enfrentó a los que no tenían dos dedos de frente. Y la razón desbarató sus arbitrariedades. Y la afrenta los convirtió en enemigos.

Aún más

No podía contener su hermosura. 

Cuando lo intentaba, 

se la veía aún más hermosa.

Puntualizando

Voy a escribir esto sin comas para que no me comas voy a escribir esto sin puntos para que siempre estemos juntos

Inteligente, sensual, hermosa

Ser inteligente, sensual y hermosa no es suficiente para ella. Quiere ser completa. Quiere ser madre.

Horas bajas

Tres. No eran más que tres los besos que pedía.

Uno en la frente, por mis padres.

Otro en la mejilla, por mis hijos.

Y otro en los labios, por mi amada.

Y tal como imploraba esa ternura, ella me la negaba.

Y tal como me llegaba la necesaria amargura, ella, la vida, me la acentuaba.

Sin

Sincero. Sin tacto. Sin sexo. Tampoco aquella noche.

La cumbre

-¿Quién? ¿Tú?

-Sí. Yo.

Fue entonces cuando la eligió. Fue entonces cuando la encumbró. A la fama efímera.

Tanto

Tanto teclear, tanto teclear, se había olvidado de tantear.

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Vivía una felicidad discontinua en puntos y rayas de morse sentimental.

Cinco

Cinco balas en su cuerpo. Seguía vivo. Y los otros cinco. 

Por poco tiempo.

Ajándose

Relajándose. Estresándose. Relajándose. Estresándose. 

Y su corazón, esforzándose. Y su vida, escapándose.

Mas jamás más

-¡Ja! ¡Más!
-¡Jamás!
Y se fue sin amar. Y no volvió más. Y ella lo esperó. Y se arrepintió. Y lo añoró.
-¿Jamás?
-Quizás.

Méritos

Se decía a sí mismo que no merecía aquella muerte.
Su asesino, mientras lo estrangulaba, le decía que no se merecía aquella vida.

Despertar

Cuando despierte, ya no estaré allí.

Estallido

Al verla, estallaba de gozo. Al gozarla, la veía estallando.

Mutua correspondencia

Él necesitaba una oportunidad, pero la oportunidad no le necesitaba a él.

Gracias

Fue a la iglesia para contemplar la gracia divina. Cuando lo logró no le hizo tanta gracia.

Acurrucado

Acurrucado en su cama, abrazado por las mantas, olvidó guarecerse de la lluvia. La de las lágrimas de su amada.

Telescopio

Si acercaba el ojo, con cuidado, lograba ver mundos al otro lado. Cuando lo retiraba, veía inmundos en este lado.

Globalizando

Él, el Amo, envidiaba las posesiones del que menos tenía.

Y a mí, otro más de sus siervos, me explotaba con saña.

Y la gran arcada me sobrevino. Y me acució a actuar. Pero, antes, pregunté, para intentar perdonar:

-¿A cuántos kilos de humanidad está dispuesto a fagocitar?

Y él, el amo, volvió a burlarse:

-¡Edmundo! ¡Es el mundo tremebundo sin igual!