Ópera

Los operadores operaban. Los operarios operaban. No comprendía, entonces, por qué en la Ópera cantaban.

Gracias

Fue a la iglesia para contemplar la gracia divina. Cuando lo logró no le hizo tanta gracia.

Razonamiento deductivo

Supe que se estaba dirigiendo hacia mí por su paso acelerado, por su mirada fija en mis ojos, por su mano levantada, por su... ¡Aaay!... golpe.

-¡Quedas detenido, malandrín!

Comunidad

-Me temo, señorita, que no estoy de acuerdo con que enseñe usted las piernas.
-Pero...
-No hay pero que valga. El recato es necesario en esta comunidad.
-Pero, madre, yo sólo lo hice para evitar mojar el hábito.

¡Rrrrrr!

Mi moto ronronea cuando me monto en ella con mi gato.

Espanto

El espantapájaros no espantaba pájaros. 

Se cocía al sol y se aburría sobremanera. 

Y los pájaros lo amaban por sus cambios de humor.

Me he sacudido la escarcha de encima

   Me he sacudido la escarcha de encima mientras mirabas por la ventana cómo empujaban mis dedos el pulsador del timbre. Y cuando éste ha sonado, te has precipitado escaleras abajo con el corazón desbocado y la cabeza arremolinada con ideas inconclusas sobre cuáles serán mis palabras al verte frente a mí contemplando la irradiación de tu belleza, tornando en espléndido el día vivido y por vivir.

   Te ha dado tiempo a quitarte los rulos que deformaban tu flequillo y a desembarazarte de la bata de felpa que ocultaba tus exuberantes curvas.

   Y cuando has entreabierto la puerta de tu casa y la de tu corazón, me has ofrecido tu más dulce sonrisa cuando, entrecortando mi normal fluidez comunicativa, te he dicho:

   -Buenas tardes, señorita. Siento la tardanza, pero con este tiempo tan loco, la gente no sabe conducir. Pero no se preocupe. La pizza que usted pidió… seguirá bien calentita.

De larga duración

   Tengo que limpiar el desaguisado de mi último crimen. Demasiada sangre. Demasiados órganos reventados. Demasiadas pistas para los sabuesos. Esta vez me cazan. Como no lo remedie con premura, me cogen. Y no estoy dispuesto a pasarme la vida entre rejas. No ahora. Cuando he logrado escabullirme durante estos noventa y ocho años.

Hora

¿Hora? ¿Aeme o peeme? 

tfno.

-No, cuelga tú.

-No, cuelga tú.

Y en esas interminables carantoñas se les iba la vida, al otro lado del hilo telefónico.