Vistas de página en total

Mostrando entradas con la etiqueta asesinos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta asesinos. Mostrar todas las entradas

viernes, 17 de enero de 2014

De larga duración

   Tengo que limpiar el desaguisado de mi último crimen. Demasiada sangre. Demasiados órganos reventados. Demasiadas pistas para los sabuesos. Esta vez me cazan. Como no lo remedie con premura, me cogen. Y no estoy dispuesto a pasarme la vida entre rejas. No ahora. Cuando he logrado escabullirme durante estos noventa y ocho años.



sábado, 21 de diciembre de 2013

Simultáneo


Se podía saber cuándo acabarían 
las conversaciones de Paz: 
En el momento preciso 
cuando las explosiones 
acallaran las voces.


miércoles, 18 de diciembre de 2013

Enésimo

Agazapado, en la oscuridad, acechante. Mentalizándose. Preparándose ante la expectativa del rechazo de su próxima víctima. Y del posterior perdón de la vida. Y del suspenso en la materia, la que se impartía en aquella asignatura. Y tras el enésimo fracaso, la expulsión. Su merecida expulsión de la escuela de asesinos en serie.


sábado, 22 de junio de 2013

Historia: Mi primer cuento (hasta ahora inédito)



CRISIS DE FAMILIA  


1.

    ¡Qué grande es mi hermano Sergio!
   De los dos hermanos que tengo, él es el más alegre y divertido y el más cariñoso conmigo. Es un hermano mayor ideal.
   No sé por qué mi madre siempre anda regañándole, no lo sé. Él se porta estupendamente y ella, sin ningún motivo, siempre pone falta a cualquiera de sus actos.
   No sé qué hay de malo en que salga una noche a la semana. Tiene derecho. Ya es mayorcito.
   Lo más lógico para su edad, comparándolo con los demás, es que saliera mucho más a menudo. Se merece algunas horas de expansión después del agobio que debe de suponer no soltar los libros de estudio en tantas horas como hace él.
   No tiene novia, ni falta que hace. Ya tendrá tiempo. Mamá dice que, aunque es un buen partido, ninguna chica se le acerca por su carácter. No sé a qué viene eso.
   A veces pienso que mamá le tiene manía por ser el que más le tira a papá. Al ser el primer hijo, papá siempre lo ha tenido como su preferido. A mí no me importa, lo comprendo. Yo, en su lugar, quizás haría lo mismo.
   De todas maneras, y sin tener en cuenta todo lo demás, a mí me sigue pareciendo un tío grande.
   Es jugador de hockey sobre hielo, el mejor de su equipo.
   Ama su stick de hockey. Con él pasa muchas horas. Le acompaña en sus estudios en casa, cuando sale con sus amigos por las tardes y, claro está, cuando tiene que entrenarse o jugar algún partido. Es como si fuera su mascota. Lo cuida tanto que a veces me da envidia de que no me trate a mí con el mismo cariño. Y eso que a mí me quiere mucho.
   Esta pequeña manía pasará con el tiempo. Eso creo yo.

2.

   Esta mañana, al despertar, he visto la cama de mi hermano igual que antes de acostarme. No ha dormido en casa.
   Al levantarme e ir a desayunar he visto a mamá aún en camisón y llorando desconsoladamente en el comedor.
   Al preguntar qué ha ocurrido, se seca las lágrimas que caen cara abajo y me mira con suma atención. Se lo vuelvo a preguntar y me contesta “Siempre lo mismo, siempre lo mismo” y estalla de nuevo en sollozos.
   ¿Qué habrá querido decir?

3.

   -¡Hola, Sergio!
   -¡Hola, hermanito!
   Esta es toda nuestra conversación después de que Sergio salga del cuarto del baño, tras haber llegado a casa poco antes de almorzar.
   ¡Vaya cara que tienen los cuatro! Mi padre sentado a la cabeza de la mesa, mi madre frente a él, Sergio al lado derecho de papá, y Antonio y yo frente a Sergio. Todos callados.
   Cuando mamá se levanta un momento para repartir la comida, echa una rápida mirada a Sergio, luego una más larga a mi padre y rompe de nuevo a llorar. Deja las cosas encima de la mesa y se marcha hacia su habitación donde, de un gran portazo, se aísla del resto de la casa y de los que la habitan.
   Papá nos mira insistentemente a los tres hermanos y, tras terminar su plato, se levanta y se va con mamá.
   ¿Qué pasa hoy aquí?

4.

   ¡Qué tarde más maravillosa estoy pasando! Mi hermano me ha invitado a ir al cine y, después de ver una estupenda película de ciencia ficción, pues sabe que son mis favoritas, nos estamos comiendo unas hamburguesas acompañadas de refrescos.
   Yo ya no ceno esta noche. Mi hermano, no sé, pero creo que tampoco.
   Sergio consiguió que papá le dejara el coche y gracias a eso hemos podido ir a más sitios de nuestra gran ciudad.
   Cuando terminamos la parranda volvemos a casa, mejor dicho, vuelvo a casa, porque mi hermano me lleva hasta la puerta y, sin ninguna explicación, se marcha. Lo más seguro es que papá ya tenga esa explicación.
   Cuando llamo a la puerta me recibe mi madre y con una rápida mirada a mi alrededor, se sobresalta y me pregunta por mi hermano. Yo explico lo que ha pasado y me hace entrar.
   -¡Tu hijo, tu hijo!
   -¿Qué pasa, mujer?
   Mi madre abre los ojos y, con una mueca de la boca, completa una expresión de terror.
   Mi padre parece comprender y se van los dos corriendo hasta mi cuarto. Abren el armario de Sergio y allí encuentran las respuestas para todas mis preguntas: Falta el stick de hochey .
   Pero, ¿y qué pasa con eso? Es normal que mi hermano se lleve el stick.
   Parece ser que eso es lo malo, que es normal.
   No comprendo nada

5.

   Esta noche sí ha dormido mi hermano en casa. Una vez que desperté en la noche lo encontré tirado sobre la cama, pero había algo extraño, estaba vestido con su ropa de calle.
   Ahora me vuelvo a despertar y me alarmo con más razón.
   Grandes gritos e inquietantes sollozos conforman una mañana de pesadilla.
   Me levanto y me encuentro una escena propia de un manicomio.
   Mi hermano Antonio tirado en el suelo junto a mi madre que está agarrando a mi hermano Sergio por el cuello con un brazo y con el otro intentando que no se le acerque mi padre. Se ha vuelto loca. No sé qué hacer. Estoy anonadado.
   Antonio intenta levantarse pero mi madre, con una patada, lo impide. ¿De dónde habrá sacado toda esa fuerza? Se dice que en situaciones límite cualquier ser humano experimenta un cambio físico y mental que va más allá de lo explicable. Mi madre está en una situación límite. Cuando me paro frente a ella me fijo en sus ojos ensangrentados.
   ¡¿Qué pasa aquí?!
   Al gritar con todas mis fuerzas, la escena se para y cambia, a continuación, radicalmente: Mi padre consigue llegar hasta mi madre que está como ensimismada mirándome, con los brazos caídos y la boca abierta. Deja, por fin, a Sergio en libertad, mi otro hermano consigue levantarse y yo ayudo a papá a calmar a mamá. Todo esto, en poquísimos segundos.
   Me doy cuenta que nadie ha respondido aún a mi pregunta.
   Cuando mamá parece haber recobrado el sentido de la realidad decido dejarla con mi padre y voy al cuarto de baño donde he visto entrar a Sergio.
   Llamando y llamando, logro que mi hermano me abra la puerta.
   Aún soy joven y no estoy para algunas cosas. Algunas cosas como las que veo representadas en mi hermano.
   Una mano descuelga el teléfono de la salita.
   -He decidido entregárselo.
   -… … …
   -¿Cómo? ¿Que no sabe de qué hablo? ¿De qué va a ser? ¿No están ustedes investigando el caso de los diez homicidios con arma desconocida?
   -… … …
   -Sí, sé quién es el asesino.
   -… … …
   -No. Sólo cuando decidan algo concreto les daré mi nombre.

6.

   -Hijo, tú sabes que te quiero mucho.
   -Sí, papá.
   -Y que haría lo que fuera mejor para ti.
   -Sí, papá.
   -Entonces, lo debes comprender.
   -Sí, papá… bueno, no papá.
   -Si es muy sencillo. Hazte cargo de la situación que atravesamos.
   -Me hago cargo.
   -Bueno, pues si te haces cargo, entonces, ¿por qué no comprendes?
   -Porque no sé por qué me queréis separar de mi stick.

7.

   Llaman a la puerta. Salgo de mi habitación para abrirla.
   -Buenos días, ya estamos aquí. ¡Actúa con mucha calma!
   -¿De qué hablan?
   -¿Quién es nuestro contacto?
   -Yo, señores, y, por favor, guarden un poco más de silencio.
    ¿Qué tendrá que ver mi padre con estos señores?
   Me aparta de la puerta y los hace entrar llamándoles la atención sobre la puerta de su dormitorio. Mamá debe de estar aún durmiendo.
   Con suma rapidez, dos de los hombres se dirigen a la puerta de mi habitación y llaman la atención de mi padre sobre ésta. Él asiente. Después me asalta el estupor. Sacan armas de fuego del interior de sus chaquetas y entran con un “¡No intentes nada! ¡Policía!”

8.

   Mi hermano los estaba esperando. Los policías deciden que sus armas no valen contra un ser indefenso. Pero él no está indefenso. En cuando vuelven a poner las pistolas en su sitio, él se abalanza hacia ellos con algo en su mano derecha que asegura con su otra mano y que me resulta muy conocido.
   La cara de uno de los agentes se deshace ante un golpe bestialmente certero.
   Llegan al campo de batalla dos hombres más que estaban junto a mi padre tomándole declaración.
   Dura es la pelea. Mi hermano es dominado y su arma confiscada.
   En esos momentos mi madre y hermano menor se unen a mi padre y a mí para estar presentes cuando se lleven a Sergio.
   Uno de los agentes saca una bolsa de plástico negra y con ella envuelve lo que había sido el instrumento de diez asesinatos: Un stick de hockey.

9.

   Hoy ha amanecido un día gris pero, de todas maneras, decido ir a visitar a mi hermano. Sólo me lo permiten una vez cada dos meses. El sanatorio mental cae bastante lejos pero no hay problema; papá viene conmigo en su coche.

10.

   La casa parece otra cosa. Está llena de felicidad. Las comidas ya no se hacen tan largas como antes, solemos salir toda la familia al campo los fines de semana y mamá está muy contenta con un trabajo que ha conseguido. Ya empieza la próxima semana, aunque creo que dentro de poco lo va a tener que dejar: Hace casi dos años que los cuatro estamos justos en plena armonía y ayer papá me dio la  buena noticia de que dentro de ocho meses seremos uno más.
   ¡Qué alegría!

11.

   ¡Qué grande es mi hermano Antonio! De los tres hermanos que tengo él es el más alegre y divertido y el más cariñoso conmigo. Es un hermano menor ideal.
   No sé por qué mi madre siempre anda regañándole.
   No lo sé.



(Nota: Este relato está basado en la letra de la canción “Stick de hockey”, del grupo Ilegales, escrita por Jorge Martínez. Gracias por su inspiración. Viveiro (Lugo), 20 de agosto de 1986)

   

sábado, 15 de junio de 2013

Comienza el CICLO DEL PAVOR

   Hace poco una lectora me decía que soy un friki que sólo sabe escribir historias de ciencia ficción para frikis. Creo que esta afirmación no es correcta, pues, como puedo demostrar en mis publicaciones en varias páginas web dedicadas a relatos cortos, escribo también poesía, reflexiones, dramas, microrrelatos y cuentos para niños y no tan niños.
   Pero ahora quiero ir un poco más allá, empezando por mi blog para escribir también relatos de TERROR, auténtico terror por lo reales y quizás realizables y ya realizados en el mundo real. Así es como empieza mi Ciclo del Pavor, cuyos relatos y microrrelatos publicaré individualmente en algunas de esas páginas dedicadas a la literatura breve.
 
RUMORES

   Críspulo Hontananzas saludó calurosamente a su compadre Eustaquio antes de susurrarle, con su aliento cargado en alcoholes, que su esposa estaba sacando los pies del plato con su otro compadre, el Huevón Florindo, a lo que el supuesto ultrajado contestó cortando de un tajo de navaja la sonrisa desdentada del cotilla fabulador y mentiroso, y cuando, la cara chorreante de sangre preguntó el porqué con un movimiento descontrolado de ojos, el compadre Eustaquio, susurró también al oído, antes de cortar la oreja que lo ampliaba, que nadie se burlaba de su esposa, aún virgen, y menos aún del único amor de su vida, el edulcorado, amable, lisonjero y buen amante Florindo el Huevón.

HARTO

   El maldito asesino acababa de abandonar a su reciente víctima a los perros de la noche, sabiendo que el olor del desventrado los atraería. Con sangre fría limpiaba el arma homicida y, mientras lo hacía, recordaba con sorna los lamentos de súplica del aterrorizado condenado.

   Visualizaba ya la cara del próximo sacrificado en su ritual y se prometía que sería una mujer, porque ya estaba harto de buscarse en otros rostros masculinos, pues eso es lo que hacía al suicidarse poco a poco con cada vida que arrebataba.

DIOS DINERO

   Si tenía dinero, era para disfrutarlo.
   Y si tenía muchísimo dinero no era para derrocharlo sino para vivir experiencias irrepetibles, porque lo que tenía claro es que nadie había vuelto para asegurarle que había otra vida después de ésta.
   Las perversiones normales, las que estaban más al uso entre los que eran como él, ya no le satisfacían, y buscaba nuevas experiencias que inyectaran más adrenalina de lo normal a su cerebro.
   La libertad de no haber caído en la trampa del matrimonio le había permitido experimentar todo lo inimaginable con su sexo y el de los demás.
   El anonimato que le brindaba el chorreo continuo de sobornos a políticos e integrantes de las fuerzas de seguridad, había hecho que sus ansias sadomasoquistas no alcanzaran un umbral razonable. Pero siempre quería más, y al querer más, veía menguado el universo de tentaciones.
   Todo y todos tenían un precio y él, por ahora, estaba dispuesto a pagarlo.
   La vida de los otros era un cheque en blanco, pero la muerte de los demás era algo más que el poder de un dios, el que él personificaba cuando le daba en gana.





(Nota del autor: Este relato se lo dedico a Fernando García Mediano, padre de Miriam, una de las niñas asesinadas en Alcàsser, por ser un auténtico buscador de la Verdad y la Justicia, tan falta en este país llamado España)

YO DENUNCIO



Religiosamente bienhallado.

Religiosamente maniatado.

Religiosamente amordazado.

Religiosamente apaleado.

Religiosamente deshonrado. 

Religiosamente invadido por la carne extraña de uno de los siervos de Dios en la Tierra.

El pecado de la provocación, por ser inocente y puro, debe ser castigado.


(Nota del autor: No es mi intención atacar las ideas religiosas de mis lectores. Sólo denuncio, de una forma literaria, un hecho constatado, y reprobado por la mayoría de los integrantes de la Iglesia Católica)