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jueves, 6 de febrero de 2014

Degradado




Aquel espejo no reflejaba su imagen.
Se miraba a los otros ojos, lacrimosos y enrojecidos, y no se reconocía en los reflejos distorsionados por el alcohol, el maldito engañador.



sábado, 18 de enero de 2014

miércoles, 15 de enero de 2014

Aquello

   Me negaba a creer lo que mis ojos me mostraban, pero estaba allí, delante de mí, con sus nosecuantas patas bien asentadas en el asfalto de la carretera, como aprovechando el poco tráfico de la misma, para asombrarme con su visión y con mi decisión de acortar el camino hasta mi próximo cliente, tomando el ramal izquierdo de la bifurcación de veinte kilómetros atrás.
   No hacía ruido, no emitía, en verdad, ningún sonido. Sólo vibraciones periódicas al suelo, que se transmitían hasta mis plantas de los pies, tras decidir bajarme del automóvil para verlo más de cerca.
   Así, en la penumbra del atardecer, se mostraba como una enorme silueta oscura, pues ningún reflejo del sol me llegaba y ninguna otra luz era emitida desde el aparato.
   De pronto, las vibraciones cesaron y fue cuando me atreví a dar los primeros pasos hacia aquello.
   No tenía ningún miedo.
   ¿Por qué tenerlo si aquella podía ser la mejor aventura de mi vida, de la, hasta ese momento, insulsa vida?

   Antes de abandonar mi vehículo a su suerte, miré si tenía alguna linterna olvidada en el maletero  y, mientras lo hacía, pensé, por un momento, que ya no llegaría a tiempo a mi cita.


Dedicado a Juan José Benítez

miércoles, 8 de enero de 2014

Miopía


   Cuando el especialista me hizo leer en voz alta las letras que tenía proyectadas en una pantalla frente a mi asiento, aún me preguntaba cómo resolvería la miopía de mi tercer ojo.




martes, 7 de enero de 2014

Plan de evasión




     Era fundamental que memorizara todos los detalles de la huida pues no podía dejar ninguna pista material de sus planes. No quería cometer el error de su vecina, la que había creído que a los nuevos moradores de la casa no les importaría su presencia en la esquina blanca, al otro extremo de lo que se suponía iba a ser el dormitorio de matrimonio.
   Esa vez ella había sido pasada por alto, pero aprovecharía la noche para trasladarse al exterior, aprovechando que abrirían las ventanas para vencer el calor reinante.
   Antes de que volvieran a la carga a la mañana siguiente con alguna escoba o plumero que, seguro, quebraría alguna de sus frágiles patas, alguna de sus ocho largas patas.



Ouija




Aún no comprendía por qué le obligaban a mover la mano de aquellos zumbados cuando era mucho más fácil y menos dramático susurrarles en el oído.



lunes, 6 de enero de 2014

Nubes negras



   No he dicho toda la verdad sobre la existencia del amor desinteresado en mi historia. Aparte de mi madre, hubo otra persona: Vladis.
   Él fue un chico que me ofreció otra forma de amor que se salía de los parámetros normales: una amistad sincera, pura, perpetua. Perenne era su sonrisa al escucharme, perenne era el brillo de sus ojos al hablarme de sus pensamientos más recónditos, perenne era su entrega hacia mí en desinteresado intercambio de valores y de principios.
   Vladis fue, en definitiva, un hombre que me apoyó en mis mejores momentos y que me sorprendió con sus ánimos en los peores. Él fue mi salvador mental cuando mi madre se fue de mi vera para siempre.
   Le conocí en el colegio, y al principio de nuestra superficial relación, de obligados compañeros encerrados en un mismo recinto, no me fie de su extraño proceder. Me parecía absurdo que aquel chico enclenque y aparente despistado crónico ofreciera su ayuda académica sin objetivo de conseguir nada a cambio. Cuando otros se veían en el callejón sin salida de exprimir sus cerebros en busca de la nada de sus conocimientos, él los llenaba del rico jugo de la sabiduría. Y cuando casi todos conocieron el truco de acudir a él como gratuito salvamento, le empezaron a tomar por tonto. Tonto perdido, sin remedio y sin réplica. A él no parecía importarle. Hasta que yo me indigné en su lugar. No me gustan los explotadores y menos aún los explotados.
   Le abrí los ojos, y cuando consiguió reaccionar ante los abusos volcó todo su saco de virtudes sobre mí, no sé si en señal de agradecimiento. Fue imposible hacerle entender que no me debía nada, y él me hizo entender que no todo en la vida se hacía por agradecimiento, por beneficio, por compromiso o por responsabilidad. Y en su infantilidad me enseñó más que cualquier adulto y me abrió los horizontes de mi propio yo, los que no se han vuelto a cerrar jamás.
   Paseábamos, tras ir a clase, durante interminables kilómetros, hablando y hablando, aunque en la mayoría de las veces era un monólogo por su parte, pues yo prefería llenarme de aquello que parecía salir de la expresión de un ser muy experimentado en el devenir del mundo. Era un sabio con cuerpo de niño.
   Me tradujo el lenguaje de la Naturaleza, sus necesidades y sus protestas hacia el ser humano, me puso un espejo ante mi alma y me confesé con mis limitaciones inmateriales, me desengañó de los motivos auténticos del actuar del prójimo, me mostró las huellas que dejaban los amores platónicos en mi estela, me señaló, sin reparos, el despertar de mis próximas pasiones, me condujo al Cosmos, al Infinito, y jamás, repito, jamás, me mintió.
   ¿Qué querrían decir los demás cuando me hablaban de sentimientos impuros de él hacia mí? ¡Qué necesidad de calumniar a alguien por su destacar entre la mediocridad! Los que no le conocían eran los que, con el paso de los años, vieron en nuestra relación la suciedad no existente.
   Tanta fue la presión que ejercieron sobre nosotros, que un día, no señalado en mi memoria, Vladis desapareció de mi vida, pues no quiso que los otros me marcaran con un hierro imaginario y trastornaran mi inocente felicidad.
   Y me preguntaba cuándo volvería a encontrar a alguien como Vladis, a alguien como mi madre, seres que brillaron con altruismo puro. ¿Por qué todo se había corrompido?



   

domingo, 5 de enero de 2014

Languidez



   Escabullirse era fatal. Me hacía sentir impresionable.
   Huía de los antros infestos de la ciudad y siempre esperaba la respuesta a mi amor, tanto creativo como sentimental. Los pensares bullían y en la fingida huida hacia la noche, creía que en algún momento podría aparecer la persona adecuada, o que en el vacío que existía sobre el taburete pegado al mío vislumbraría la aislada silueta de la inspiración. Era ésta la que al final se dejaba materializar sobre el papel cuando lograba arrastrar mi cuerpo a mi otro tugurio cotidiano, aquel en el que me acomodo ahora para sentirme como en mi casa, porque, aunque lo es, nunca la siento como tal. Nunca como la calurosa y tierna de mi niñez.
   La búsqueda estática era insoportable y yo no hacía nada por cambiar mi situación de ingravidez existencial. Desde que había optado porque las cosas ocurrieran, que los prójimos deambularan a mi alrededor como en vídeo imágenes ralentizadas, y que mi beneficio fuera el retratarlo todo tal como se aparecía, mezclándolo con mis obsesiones filosóficas particulares, nada avanzaba. Sólo mi mantenimiento económico, que no era poco, pero que a mí no me llenaba ni me llamaba a la felicidad.
   Languidecía sufriendo pasar el segundero. Y cuando sentenciaba que una palabra se quedaba adherida a mi registro narrativo, el éxtasis infinitesimal del pequeño éxito era relevado por el ansia obsesiva de encontrar la próxima, y así otra vez después, y otra, y otra más. Y aquello empezaba a parecerse a un fracaso, y la frustración era carcoma en mi apurado espíritu. Pero es hoy cuando no imagino a alguien que haya fracasado en algo en su vida y siga manteniéndose mental y espiritualmente erguido como si nada hubiera ocurrido. Es una decepción humillante para el propio ego el transformar cualquier hecho, cualquier creación, en la nada.
   Varias veces he sentido muy cerca el precipicio pero, gracias a Dios, no he caído.
   Ante la sutil evidencia, decidí dejar atrás aquella subliminal desesperación, un pasar la página a mi libro vital, en la que la siguiente estrenara otra historia, otra muy distinta historia que, aunque dentro del mismo volumen, a modo de antología, dispersara mis intereses. Un vuelco espontáneo en el borrón y cuenta nueva. Y cuando decidí volver en mí tuve la certeza de que aquella imaginación mía era mal empleada en cosas estériles. Y me prometí a mí mismo que cuando tuviera medios suficientes, crearía algo que los demás no tendrían más remedio que admirar. Y fue tan vehemente ese pensamiento que me asusté con el poder que desataba dentro de mí.

   Decidí crear para ser feliz y hacer feliz.



jueves, 2 de enero de 2014

Terapia




En la reunión semanal de terapia de grupo, se puso en pie para confesar:

-He tenido otro encuentro muy cercano con mi hombre.

Las demás androides aplaudieron.



El profesional



   Al asesino a sueldo le pagaban para vengarse. Para no mancharse las manos de sangre. Él lo hacía y cobraba, y se vengaba, después, de los cobardes.





Drama Trama



-¡Te lo aseguro! ¡Sé que trama algo!

-Por supuesto. Es guionista.


martes, 31 de diciembre de 2013

Masoquista




   La venganza, recién cumplida, no le satisfizo. Por ello le imploró, de rodillas, lloriqueante, que la traicionara de nuevo.



El dibu






   Ensimismado en aquel boceto, deseó descubrir un nuevo personaje y darle vida. La forma de una cara apareció de pronto. Y la cara sonrió.








Hora



¿Hora? ¿Aeme o peeme? 



Sin batería


Versión primera:

Se frotaba el móvil por todo el cuerpo. Se frotaba el cuerpo por todo el móvil. Creía en el trasvase de energía.

Versión segunda:

Se frotaba el celular por todo el cuerpo. Se frotaba el cuerpo por todo el celular. Creía en el trasvase de energía.



sábado, 28 de diciembre de 2013

Sequía



   Y lloraré, y lloraré, y lloraré hasta quedarme sin lágrimas. Y cuando no las tenga, seguiré llorando, seca la cara ya, porque aún faltará que se seque mi corazón.



domingo, 22 de diciembre de 2013

Fractales



Miles de trillones de figuras fractales 
en mi visión interna.

¡Es lo que tiene apretarse con ganas 
los glóbulos oculares!



sábado, 21 de diciembre de 2013

Simultáneo


Se podía saber cuándo acabarían 
las conversaciones de Paz: 
En el momento preciso 
cuando las explosiones 
acallaran las voces.