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lunes, 16 de diciembre de 2013

Dulzor amargo

   Él, por supuesto, se creía supergracioso, y con las carantoñas y piropos recargados a las señoritas y señoras, se granjeaba nuevas enemigas, pues a ninguna gustaba su empalagoso estilo. Pero él hacía oídos sordos y miradas ciegas. Y seguía en sus trece.
   Y los más escandalosos comentarios machistas salían de su boca para no verse descolgado de las variadas pandillas de amigotes en las que andaba infiltrándose. Todo coches, mujeres y cerveza. Y llevaba a rajatabla aquello de que si no hueles a sudor, tabaco y vino no eres hombre.

   Mas cientos de conocidos no eran bastantes para llenar su vacío, ya que cuando llegaba a casa muy de noche, ningún verdadero amigo, ningún amor de mujer, hombre, niño o animal espantaba su soledad, tan profunda que lloraba silencioso ante su propio reflejo en el espejo, mientras se cepillaba los dientes ensayando alguna mueca que otra para demostrar su encanto a la mañana siguiente ante más desconocidos.



martes, 10 de diciembre de 2013

N. R. F.


   Mientras me preparaba para irme a trabajar, dejé a mi hijo viendo la tele, para que se distrajera y no incordiara.
   Al cerrar el grifo, tras enjuagarme la boca, escuché unas carcajadas que provenían del salón.
   Acercándome a mi hijo, para acoplarle la minimochila y poder largarnos a la guardería, me fijé que sus risas se mezclaban con los gritos de angustia de una damisela, en la pantalla, que estaba siendo mordida por un zombi descerebrado. 
Caí, entonces, en la cuenta de que mi hijo era un N. R. F. (Niñito Rarito "Felís").


(Dedicado a Estela Tatiana, mi hija)





jueves, 5 de diciembre de 2013

Sacrificio


   Había rasurado y depilado todo su cuerpo, aceitándolo bien para evitar el mínimo roce con el aire cuando, desde aquella altura, se lanzara al vacío y entrara como una punta de alfiler en el agua de la piscina.
   Aerodinámico en extremo, olvidó, sin embargo, bajar sus párpados, pues las miradas, allá abajo, atravesaban raudas su sentido del ridículo. Y la de aquella niñita, entre el público más lejano, le recordó que estaba a punto de coronar tantos años de sacrificio, de entrenamiento disciplinado, y que, por conseguirlo, había olvidado tener una vida propia.
  Y ya en el aire, tras el primer tirabuzón, notó cómo se le escapaban lágrimas que irían a unirse con el líquido azul que lo esperaba.

   Segundos después, los aplausos y la fama.



miércoles, 4 de diciembre de 2013

Cómplices



¿Qué le decían las voces 
que murmuraban a sus espaldas,
que festejaban las burlas
que insinuaban las miradas?



martes, 3 de diciembre de 2013

domingo, 1 de diciembre de 2013

Estados críticos


Líquido: Alcohol en la sangre.
Frenazo en seco.
Atropello en seco.
Disculpas en seco.

Líquido: Sudor en las manos.
Crispación en seco.
Golpe en seco: En la cara.


Líquido: Sangre en el alcohol.










Caronte


   Tantos años de lascivia le llevaron a la deshonra. La familiar, la profesional. Nadie esperaba que se culpara por ello.

   Había sido extremadamente feliz, y ahora, olvidado por sus amantes, mendigaba cariño en los asilos de ancianos, donde nadie le reconocía, donde nadie le criticaba, donde nadie le juzgaba, hasta que, ya cerca de la muerte, en la penumbra de la pena, se espantó por su aspecto, pues no discernía si era un ángel o un demonio el que le acompañaría a cruzar el umbral al más allá.



sábado, 30 de noviembre de 2013

La trampa



   La trampa no era que la hubieran abandonado en aquel rincón oscuro. Ni siquiera que no la dieran agua cuando la pedía a gritos, inaudibles.
   La trampa era que no la dejaran escuchar su música preferida, la de ese tal Mozart.
   Y luego vendrían las quejas. Aquellas de que no crecería lo bastante y otras paparruchas.
   La trampa era que creyeran que todas las plantas son iguales.




viernes, 29 de noviembre de 2013

Al escondite



Mírame, y luego dime si no me quieres, si no me aceptas cómo soy. Pero dímelo despacio, para que me dé tiempo a esconderme tras mi vergüenza.


jueves, 28 de noviembre de 2013

Toda su vida


   Le esperó tanto tiempo que creyó que lo había malgastado cuando apareció, en la fiesta, con otra. Pero no era así. 
   De pronto, cuando la miró a los ojos, se iluminó su interior, el más profundo, el que no deja huecos cerca del corazón, porque se dio cuenta, instantáneamente, que había sido a ella a la que había estado esperando. Toda su vida. 






Clemencia



Matando el tiempo, dejando las millonésimas de segundo para el final. 
Para que no sufra demasiado.



miércoles, 27 de noviembre de 2013

Hilandedo



   Con el diccionario predictivo lograba escribir mensajes de texto a una velocidad pasmosa, y se había planteado escribir una novela con los caracteres propios de la brevedad telefónica. Pero la batería tenía una vida muy limitada y necesitaba ser recargada cada pocas horas, y el círculo vicioso de la recarga le hacía perder el hilo conductor del argumento. Aun así, insistía en intentarlo.




lunes, 25 de noviembre de 2013

Mis huellas



   En los petroglifos adiviné una historia bien distinta de la que nos contaron en los posteriores libros impresos en papel. Pero me asusté cuando me percaté que, en aquel yacimiento, estaba diseminada la mía propia.




Fotografía: Jesús Fernández de Zayas



(Dedicado al Doctor Javier Cabrera Darquea, difusor, para el mundo, de los Gliptolitos de Ica)


domingo, 24 de noviembre de 2013

Escudo


Mi escudo invisible funciona 
casi siempre. 
La última vez que falló, 
me enamoré de ti.


Fallida



   Craso error. Aspiraba polvos para estar inspirada pero expiraban sus neuronas, acercándose a la nulidad de su ser, en un cuerpo que supuraba maldad, pues la genialidad, si alguna vez había existido, se negaba a manifestarse, y el carácter se agriaba, y el espíritu se marchitaba con los altibajos artificiales de esa adrenalina fallida.



sábado, 23 de noviembre de 2013

Insoportable






Me estalla la cabeza.
El dolor no me deja pensar.
Ya me lo advirtieron:
Leer puede ser una experiencia traumática.




Controlando el momento




   Una y otra vez, pulsando el botón de cambio de canal, sin dejar quieto el dedo, sin tener tiempo a fijar la mirada en ningún fotograma de ninguna de las películas que emitían en su momento, sin llegar a escuchar las risas enlatadas de ninguna de las series programadas en ese momento, en ese momento cuando el momento no existía porque no daba oportunidad  para ello. Hasta que pulsó el botón con más significado, el del apagado. Y de vuelta a pulsar el cambio de programa, en ninguna emisión, en la nada. Y fija su mirada en la pantalla en negro se preguntó qué diferencia había: Ninguna.