Vistas de página en total

Mostrando entradas con la etiqueta experimento. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta experimento. Mostrar todas las entradas

lunes, 17 de febrero de 2014

Experimento



Experimento 1: Vida.

Experimento 2: Muerte.

Experimento 3 y último: Sueño eterno.



miércoles, 27 de noviembre de 2013

Hilandedo



   Con el diccionario predictivo lograba escribir mensajes de texto a una velocidad pasmosa, y se había planteado escribir una novela con los caracteres propios de la brevedad telefónica. Pero la batería tenía una vida muy limitada y necesitaba ser recargada cada pocas horas, y el círculo vicioso de la recarga le hacía perder el hilo conductor del argumento. Aun así, insistía en intentarlo.




domingo, 28 de julio de 2013

¡Qué profundo es tu amor!




   Escuchando aquella canción lenta de los Bee Gees, la de los agarraditos y el descubrimiento del amor adolescente, la de la lagrimita incipiente, emocionante en su música y enigmática en su letra por no entender, aún, el idioma, pero jugando con la imaginación de lo que debía de contar el falsete de Barry el Barbas, y trayendo recuerdos obsoletos a la memoria, recuerdos recurrentes para aliviar la realidad actual circundante, asumiendo que el período de crisálida ha pasado y que hay que enfrentarse a otra emoción, a la del desquite, a la del disgusto, asumiendo sufrimientos, para vacunarse contra los que nos los van a provocar con lo mecánico, lo ritual, lo nada placentero de las rutinas.
   Y prefiriendo el desconocimiento de la vida en aquel tiempo, cuando se estaba al margen de los acaeceres que pudieran surgir en la discordia existente en el mundo de los adultos.
   ¡La felicidad absoluta! How deep is your love! ¡Canta Barry, canta!

sábado, 20 de abril de 2013

INVOLUCIÓN

El palpitar por ella. Sabiendo que jamás sería correspondida. 
Desesperanza. Toda la que su corazón de polímeros permitía. Toda la penumbra que su cerebro asimóvico asimilaba. 
Sufría las consecuencias de amar, en la distancia, sólo material, a aquella hermosa humana. Una de sus madres.
Androide, hembra, y lesbiana. Tres factores que sus creadores nunca quisieron conjugar. 
Algún día la desconectarían y el secreto de aquel amor se tornaría perenne, inaprovechable, involucionador. 

domingo, 17 de marzo de 2013

De mí sería


Soy un mísero escritor en una mísera habitación. Tengo ideas miserables que sé que nunca, jamás, se harán palpables. Es mejor así. He destrozado infinitas veces las hojas manchadas de azul. La verdad es que a mis ahora posibles lectores esto os dará igual cuando seáis efectivos críticos de mi intento de literatura. Pero considero que debo avisaros del estado de ánimo que me envuelve ahora mismo. Para que no os plantéis cuestiones insolubles al faltaros mi criterio.

domingo, 10 de marzo de 2013

La Acción frente a la Reacción


A poco que analicemos algunos de los conceptos de ciertas filosofías antiguas, por casi todos leídos alguna vez, sobresale, en forma clara y sencilla, el concepto de guardar silencio.

La tendencia general del ser humano al interpretar el concepto, debido a los arquetipos educativos impuestos desde niño, de los que tanto se habla en el tiempo presente, (sirva como ejemplo el "chisss-calla") es, justamente, tomarlo para sí como una reprimenda por una acción que ha resultado molesta para ese ser superior (entiéndase exclusivamente que está por encima) y que en ese momento chista. Por ello se nos hace creer, desde pequeños, que la palabra, en cualquiera de sus expresiones, permanece verdaderamente por encima del silencio, al tratarse de una acción adquirida por la misma evolución del individuo.
Entonces deberá callar el ignorante hasta igualar en sabiduría a su tutor. Pero esto, claramente, no lo convierte en sabio.
Sin abandonar el mencionado arquetipo educativo, pensemos ahora en la acción de señalar.
Tan asociada al individuo en sus primeros pasos de vida, ésta va cambiando conforme crece para formar la asociación, en la mente del individuo, de estar realizando una acción fea, mal vista por el resto de la sociedad.

Juntemos las dos acciones en una e imaginemos al individuo callado y señalando. La acción en sí parece inteligente.
Pensemos ahora en un grupo de individuos que realizan esta acción al unísono: Esta vez, además de inteligente, demuestra unión y, por tanto, fuerza.

Es aquí donde pretendo llegar.

Intuyo que sería una verdadera acción frente al mezquino comportamiento de nuestros gobernantes, que no hacen sino re-accionar al ruido provocado en forma inconsciente por interacción de la palabra, permanecer en silencio y señalando con el dedo a estos gobernantes que reaccionan ante la exaltación de sus ciudadanos con el bucle de la mentira, a través del uso de la palabra.
Dicha apología sería rápidamente desarmada con la acción de guardar absoluto silencio y señalar con el dedo. A esto lo llamaré silencio consciente.

Yo creo firmemente que esta acción, efectuada en sincronismo por un grupo grande de ciudadanos durante un tiempo corto, pongamos un minuto cada día frente a nuestras sedes de gobierno, puede verdaderamente parar en seco su viciosa re-acción, removiendo en mejor forma su conciencia y activando así el nuevo giro que demanda el conjunto de los individuos. 

Sociedad inteligente.
   
                                   (Autor: Hippocampus)



martes, 26 de febrero de 2013

Advertencia

He traspasado demasiadas veces la desesperanza que habita en vuestras mentes.
Mientras estáis distraídos y acurrucados en vuestras insulsas vidas, yo estoy protegiendo la semilla del renacimiento de vuestra especie.
Creo, junto con los míos, que una pequeña parte de vosotros, se lo merece. 
Somos bastantes. Bastantes para que nos temáis, pero no por nuestras acciones, sino por nuestra indiferencia hacia la mayoría.
El Planeta está a punto de sucumbir a vuestro desastre. Mas el Planeta, que fue elegido en el pasado por su potencial, tiene que cumplir su misión y no dudaremos en derribar el único obstáculo para que esto ocurra: Vosotros, autodenominados humanos. Ridículo nombre para una especie.
Fuisteis creados artificialmente en un pasado no demasiado remoto, y os congratuláis de ser únicos en el Universo por vosotros conocido. Cuán errados estáis.
Nosotros, creados como vosotros, somos 100000. Los hemos sido y los seguiremos siendo aún cuando vosotros ya no seáis más que un recuerdo en el registro cósmico. 
Los 100000 hemos dictaminado que la actual civilización humana será la última. Habéis tenido demasiadas oportunidades y ninguna habéis aprovechado.
No lo sentimos por vosotros. Nuestras mentes imbricadas en el Total hemos estudiado todas las permutaciones históricas y el resultado matemático es el mismo: Cero. 
Yo seré el punto de contacto de vuestra inferioridad con el Total, y según se vayan dando los hechos, iréis desapareciendo. Sólo 100000 se librarán del exterminio, los 100000 Elegidos, a los que iremos sustituyendo paulatinamente según el mérito acumulado durante generaciones.
Estáis advertidos. Y yo nunca miento. Porque no puedo.

sábado, 26 de enero de 2013

¿Para?



Tercos sinsabores de los nuevos tiempos.
Espantadores de moscas invisibles.
Restituidores de las masacres infames.
Cansinos aduladores de los impresentables.
Gimiendo al unísono por falta de aire.
¿Pa' qué? ¿Pa' qué?

Saltando jerarquías de mando inasumibles.
Bordeando precipicios carentes de fondo.
Vistiendo santos ya vestidos.
Vallando una propiedad que es de todos.
Vigilando las lenguas vivaces pero sin músculo.
¿Pa' qué? ¿Pa' qué?

Batallando en una guerra sin enemigo respetable.
Horadando en los cerebros ya petrificados.
Jamaseando la verdad incógnita.
Liberando el excremento del espíritu enfermo.
Allanando las cumbres inalcanzables.
Y todo, ¿pa' qué? ¿pa' qué? ¿pa' quién?

(Improvisado y publicado en Twitter el 25 de enero de 2013)

domingo, 18 de noviembre de 2012

Salvador


   El hombre espantado clamaba por ser encontrado por alguna alma frágil como la suya. Ansiaba ser amado, allí, en la negrura inverosímil de su memoria. En lo velado de su mente. Creía ser el único, el que supervivía después de la catástrofe de la irracionalidad ajena. Estaba desmadejado internamente, sin saber a dónde asirse para rescatar la cordura. Los demás vivían ya en sus islas de ignorancia, y él, espantado, de nuevo siempre espantado, arañaba en esos demás un pelín de caridad, revolvía con sus manos nerviosas en busca de una pista de un pasado compartido con ellos. Pero nadie le miraba de frente, a los ojos, para encontrar el reflejo de su persona, ya vacía, en aquellos ojos envidiados por su vivificante energía. Salvador no podía practicar con los demás la sugerencia de su nombre. Ya estaban todos perdidos. Y nadie le pedía ser rescatado. Preferían aquel estado de inoperancia espiritual.
   Cuando aquella mañana de abril se levantó y miró, nada más arrancarse con las uñas las costras legañosas de los ojos, a través de los visillos de la ventana de su apartamento, y saboreó visualmente el cielo de celeste pureza sin nubes que lo mancharan, no podía imaginar que aquello era lo único puro que iba a encontrar de ahí en adelante.
   Desayunar, manchándose la camisa con el cacao que siempre le chorreaba de la taza, cambiarse antes de salir a la calle, y dirigirse, zigzagueante, como si fuera un chiquillo con su juego imaginado de aeroplano borracho en las alturas, a su lugar de trabajo, donde el placer de su labor le impedía nombrarlo con otro nombre que no fuera el de edén, pues cuando en él estaba se encontraba en el éxtasis de la creación creativa. Se preguntó, se llegó a preguntar en su ignorancia, el porqué de la vaciedad, de lo desértico de las calles, del silencio aturdidor y extraño del ambiente. Quizás había madrugado demasiado y los durmientes estaban a punto de darle vida con sus bostezos a la ciudad. Miró el reloj y no estaba equivocado. Era la hora exacta para el cotidiano murmullo de lo urbano. Ni risas, ni quejas, ni silbidos de hombres ni de máquinas, ni un claxon que le hiciera detestar a los productores y productos de lo industrial. Todo era atipicidad. Sencillamente estaba solo en el mundo. O aún no se había despertado, o aún estaba abrazado a su almohada ceñido por el confortable calor de las mantas, y aquello era un sueño que asomaba desde un recuerdo apocalíptico.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Experimentando en Twitter

Queridos amigos y lectores todos:
Un buen día se me ocurrió una buena idea y la estoy llevando a la práctica dentro de mis posibilidades de compatibilidad de horarios personales y/o profesionales.
Como bien sabéis algunos, estoy soltando ideas cortas y promocionando mis participaciones en la red de redes, esa que nos envuelve a todos, y como no puedo parar de escribir, me dije a mí mismo por qué no crear escribiendo. ¿Crear escribiendo? Mis novelas cortas, mis ensayos, mis cuentos y ahora... los tuit-relatos. Empecé con "La pulga" (#LaPulga en denominación Twitter) y tuvo muy buena aceptación.
¡Vaya! En Twitter no sólo puedes hablar de política, religión, sociedad, sindicatos, protestas, marujeos, y cosas intrascendentes, como que te estás hurgando la nariz mientras que lo escribes, sino que puedes hacer literatura.
Como algunos no estáis en Twitter (aún no me explico cómo yo sí, estando como estoy en contra de las redes sociales como Facebook y similares, instrumentos de control todos) quiero compartir con vosotros mi último tuit-relato escrito en tuit-capítulos diarios, improvisados en el momento, siguiendo una trama argumental que puede cambiar en un milisegundo según le dé al autor, y con el handicap de tener que ceñirte a 140 caracteres, incluidos espacios entre palabras.
Ya compartí con vosotros #LaPulga. Ahora le toca a #LaBienPagá.
Tanto "La Pulga" como "La Bien Pagá" son conceptos sugeridos por uno de mis contactos o seguidores en Twitter, a la que yo también sigo, @LolVia_14. Desde el concepto al argumento hilvanado con coherencia, unos cuantos tuits. 
Espero que os guste. Y, por favor, deseo comentarios (de todo tipo, positivos o negativos, todos serán bien recibidos).

LA BIEN PAGÁ

#1.- Para hacer más insoportable mi espera, empezó a maquillarse sin mirarse a un espejo.
#2.- La extraña, con sus carmines, me observaba de reojo para comprobar que la espiaba.
#3.- Antes de que el tren partiera y me adormeciera su traqueteo, decidí presentarme, como un caballero, a la seductora coqueta.
#4.- Sandra era de esas personas que se hacen querer sin forzar la relación, con armonía imparable en cada risotada sincera.
#5.- La confianza mutua aumentaba con cada parada de estación y a la sexta pasada del revisor la mujer sabía más de mí que yo mismo.
#6.- El viaje en un principio iba a ser largo y aburrido, pero el encanto de Sandra me hizo desear no llegar a mi destino.
#7.- Dicharachaba y dicharachaba mientras que la temperatura del vagón, y la mía, aumentaban.
#8.- Ella no parecía darse cuenta que la provocación y la tentación alcanzaban niveles casi inasumibles por mi autocontrol.
#9.- El vagón era pura voluptuosidad pero esta vez no volvería a caer en los mismos errores del pasado, aún recientes.
#10.- Meses antes de coger el mismo tren que Sandra, yo había jurado a mi encolerizada esposa que jamás volvería a traicionarla.
#11.- En su penúltima visita,el revisor nos dijo que estábamos a dos horas de nuestro destino y Sandra cambió el tono de la charla.
#12.- Escote asombroso,curvas inverosímiles,perfume embriagador,labios insinuantes y ojos comedores. Y casi sin fuerza de voluntad.
#13.- La primera voz de alarma, silenciosa, en mi mente, cuando Sandra me llamó por mi nombre de pila sin yo haberlo mentado nunca.
#14.- La extraña ya no era tan extraña: Entre chascarrillos dejó escapar algún detalle sobre mí que pocos sabían. ¿Ya me conocía?
#15.- Atardeciendo ya, pasamos de compartir vagón a compartir asiento, y con algún que otro vaivén nuestros cuerpos se rozaron.
#16.- El olor de su sudor perfumado, la juntura de sus pechos tan cerca, el susurro de mi nombre en el lóbulo de mi oreja.
#17.- Me provocó. Juro que me provocó cuando el umbral de mi autocontrol había decaído.
#18.- En la intimidad del compartimento, cuando estaba cayendo la noche, me abalancé sobre ella, queriendo comérmela entera.
#19.- Sandra, con un gesto adorable, apartó mi boca de la suya y, atravesándome con su mirada, musitó: "Ella dijo que lo harías".
#20.- No sé aún si me causó más dolor la daga clavada en la garganta o las palabras de desprecio de aquella diosa hecha mujer.
#21.- Deseó rematarme con toda su furia, pero el despiste de un emperifollado caballero me salvó la vida, y ahora puedo contarlo.
#22.-Podría decir que ella saltó por la ventana, pero a aquella velocidad se hubiera destrozado, como mi ego.
#23.- Eduardo, al equivocarse de vagón, me salvó la vida dos veces: Evitando la escabechina, y echándome sus manos al cuello.
#24.- El traje blanco impoluto del buen samaritano enrojándose; en la distancia, los alaridos de la emboscada; y yo, añorándola.
#25.- Debió de huirme el alma hacia adelante pues después de perder el conocimiento no recuerdo nada hasta despertar en un hospital.
#26.- En el silencio absoluto, embriagado de asepsia, el vaho caliente de una voz familiar en el oido, volcando incoherencias.
#27FIN.- Mi esposa, mi afligida esposa, lograba, con uno de esos susurros, rematar mi mente: "Alguien no terminó bien su trabajo".