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lunes, 29 de septiembre de 2014

domingo, 10 de marzo de 2013

La Acción frente a la Reacción


A poco que analicemos algunos de los conceptos de ciertas filosofías antiguas, por casi todos leídos alguna vez, sobresale, en forma clara y sencilla, el concepto de guardar silencio.

La tendencia general del ser humano al interpretar el concepto, debido a los arquetipos educativos impuestos desde niño, de los que tanto se habla en el tiempo presente, (sirva como ejemplo el "chisss-calla") es, justamente, tomarlo para sí como una reprimenda por una acción que ha resultado molesta para ese ser superior (entiéndase exclusivamente que está por encima) y que en ese momento chista. Por ello se nos hace creer, desde pequeños, que la palabra, en cualquiera de sus expresiones, permanece verdaderamente por encima del silencio, al tratarse de una acción adquirida por la misma evolución del individuo.
Entonces deberá callar el ignorante hasta igualar en sabiduría a su tutor. Pero esto, claramente, no lo convierte en sabio.
Sin abandonar el mencionado arquetipo educativo, pensemos ahora en la acción de señalar.
Tan asociada al individuo en sus primeros pasos de vida, ésta va cambiando conforme crece para formar la asociación, en la mente del individuo, de estar realizando una acción fea, mal vista por el resto de la sociedad.

Juntemos las dos acciones en una e imaginemos al individuo callado y señalando. La acción en sí parece inteligente.
Pensemos ahora en un grupo de individuos que realizan esta acción al unísono: Esta vez, además de inteligente, demuestra unión y, por tanto, fuerza.

Es aquí donde pretendo llegar.

Intuyo que sería una verdadera acción frente al mezquino comportamiento de nuestros gobernantes, que no hacen sino re-accionar al ruido provocado en forma inconsciente por interacción de la palabra, permanecer en silencio y señalando con el dedo a estos gobernantes que reaccionan ante la exaltación de sus ciudadanos con el bucle de la mentira, a través del uso de la palabra.
Dicha apología sería rápidamente desarmada con la acción de guardar absoluto silencio y señalar con el dedo. A esto lo llamaré silencio consciente.

Yo creo firmemente que esta acción, efectuada en sincronismo por un grupo grande de ciudadanos durante un tiempo corto, pongamos un minuto cada día frente a nuestras sedes de gobierno, puede verdaderamente parar en seco su viciosa re-acción, removiendo en mejor forma su conciencia y activando así el nuevo giro que demanda el conjunto de los individuos. 

Sociedad inteligente.
   
                                   (Autor: Hippocampus)