Craso error. Aspiraba polvos para estar
inspirada pero expiraban sus neuronas, acercándose a la nulidad de su ser, en
un cuerpo que supuraba maldad, pues la genialidad, si alguna vez había
existido, se negaba a manifestarse, y el carácter se agriaba, y el espíritu se
marchitaba con los altibajos artificiales de esa adrenalina fallida.
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