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lunes, 4 de noviembre de 2013

El sentido sinsentido

   A doscientos veinticinco kilómetros por hora no sientes el viento contra la cara, no sientes ni la cara, ni el cuello rigente, ni los brazos con los músculos a punto de llegar al límite de rotura en su tensión. 

   Sólo sientes la mirada del otro conductor, un segundo antes de que le quites la vida, de que te quites la vida.

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