Cuando me dabas de comer con tus suaves palabras.
Cuando me enseñabas a sumar con tu suave paciencia.
Cuando me mandabas a la cama con tu suave disciplina.
Suelo recordarlo, ahora, cuando soy yo el que baña, el que da de comer, el que enseña a sumar y el que manda a la cama a sus propios hijos.
Gracias, madre, gracias.
Dedicado a mi amada madre, Carmen.
Puedes estar orgulloso. así como lo están los tuyos de ti. Precioso escrito sobre otra de las grandes verdades de la vida.
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