El pincel resbalaba suavemente por la tela color marfil. Acariciando sus poros, para que se acostumbrara a su textura. Memorizando las arrugas casi inapreciables. Sintiendo sus mates, sus posibles brillos. Preparándose y preparándola. Para evitar la sorpresa ante la traición. Ya cercanas sus manchas de pintura.
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