No era un gran
periodista pero conseguía exclusivas impactantes.
Cuando le
preguntaban cuál era su truco para estar siempre en el candelero, contestaba
que no lo había. Que las noticias surgían solas según el ánimo que tuviera cada
mañana al despertarse.
Y esta mañana se
despertó sobre la máquina de escribir, y tenía marcadas las teclas en los
pómulos enrojecidos y los ojos encharcados en lágrimas porque no creía en él
mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario