Las horas llanas.
Sin altibajos. Sin emociones. Vacías. Tan distantes los recuerdos. Tan próximos
los pensamientos, los peores pensamientos. Esos que la soledad aflora. Tan poco
caritativos con el espíritu débil. Sin control inmediato en una cabeza
martirizada.
Deseando que las
horas llanas pasen, para caer en el nuevo día con más horas llanas.
Y siempre, algo
irremediable, siempre vacío.
En el corazón.
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