En el año 1996 escribo la novela corta EL ESCONDITE DE DIOS, que también recibe buenas críticas de alguna que otra editorial y con la que me presento a algunos concursos literarios de ámbito nacional, a sabiendas del handicap que supone la temática y el estilo, englobados dentro de la minoritaria ciencia ficción. En el 97 me atrevo a concursar en el internacionalmente reconocido Premio UPC de Ciencia Ficción con la misma. Fechas que sólo sirven para marcar una trayectoria que ¡por fin! muestra un camino abierto en el año 1999 con la propuesta de Juan José Aroz para que participe en la selección de la Antología Anual de Literatura Fantástica y Ciencia Ficción que publica la Asociación Española de Fantasía y Ciencia Ficción (AEFCF), y lo hago con un único cuento, escrito ex profeso, LO EXTRA DE LO INTRA. Escribo SEMPITERNO, también novela corta, y variación argumental de El escondite de Dios, y participo con ella en el Premio UPC de ese año.
Con Sempiterno no logro mi objetivo, y no me extraña, porque al cabo del tiempo, en el año 2002, y tras revisarlo y revisarlo, cambiándolo continuamente, sin nunca quedarme contento, asumo una última y definitiva versión, a la que le cambio el título, pasando a llamarse SACRO Y CRASO, y lo publico, junto con otra de mis novelas cortas, Luztragaluz, en la editorial Visionnet con el título genérico (mira tú por dónde) Sempiterno (Dos historias, dos mutaciones, dos claves).
Pues bien, aunque de esta publicación no llegué a ver nunca ningún beneficio económico, me valió para conseguir el carné de una biblioteca, la Biblioteca Nacional de España (Madrid) donde tuve que entregar, dos ejemplares de Sempiterno para poder conseguir dicha acreditación y poder acceder a sus instalaciones.
El motivo de conseguir documentarme en la Biblioteca Nacional es que sabía que allí conseguiría consultar libros inalcanzables para el lector medio, pues quería empezar la confección de una historia que se saliera de los patrones estilísticos que había practicado hasta el momento, o sea, que quería escribir una novela que no estuviera clasificada dentro del género de la Ciencia Ficción.
Después de consultar infinidad de libros y de consultar sobre temática, glosario e historia relacionada con el tema que quería tratar en ese próximo reto literario, y cuando ya tenía escritos algunos trazos, y hasta párrafos enteros, de la historia, descubro que un tal Juan Miguel Aguilera ha publicado (esto ya en el año 2004) una novela titulada Rihla y se me cae el alma (si tuviera) a los pies, por lo que llegó la depresión creativa y la subsiguiente paralización de mi proyecto.
No voy a decir que Juan Miguel Aguilera plagió mi idea porque no es cierto, ya que no creo que sepa, ni siquiera, que existo, pero la idea argumental se parecía tanto a la que yo había fraguado durante años que, aún hoy, no le veo mucho sentido desarrollar la historia que tenía en mente.
Pero bueno, van pasando los años y sigo escribiendo, y revisando mis antiguos apuntes, me decido hoy a juntar los destinos de Sacro y Craso y de mi novela no comenzada, pudiendo extraer dos relatos independientes que ahora publico ahora en éste mi blog.
La novela corta Sacro y Craso es infumable, insoportable, pesada y rimbombante, y aunque no me arrepiento de haberla escrito, sí me arrepiento un poco de que esté publicada, cuando puedo asegurar que es un fruto de mi inmadurez literaria. Pero, aún así, tiene fragmentos que me gustan y que pueden ser utilizados en (quizás) otra novela futura. Uno de esos fragmentos lo he editado y os lo presento hoy bajo el título LA SEGUNDA VENIDA.
De la novela nunca desarrollada conservo trazos y párrafos trabajados, y uno de ellos os lo presento hoy como relato con el título INFIELES.
Cuando los leáis, notaréis que tienen un trasfondo religioso, cuando yo no practico ninguna religión. Y me atrae la curiosidad de verlos juntos después de tantos años, cuando en algún momento se tocaron en la senda de los destinos, pero, sobre todo, cuando los géneros, dentro de los que se engloban, son bien distintos.
INFIELES
Había escuchado rumores sobre los planes exploratorios de
los infieles. No daba demasiado crédito a esos afanes. Sabía del retraso en las
artes navegadoras y en los incentivos que los grandes de la zona cristiana
imbuían en sus súbditos para animarlos a que descubrieran nuevas tierras para
ellos: La ambición material. Todos serían ricos, y se alimentaría esa riqueza
mutua arrancando tesoros a los salvajes de esas tierras. Sin embargo, él y los
que, como él, adoraban el nombre de Alá, buscaban otro tipo de riquezas bien
distintas: Las que el raciocinio surtía con el tratamiento del conocimiento, en
la vorágine de la sabiduría.
LA SEGUNDA VENIDA
Samwel
Aesequial le cacheteaba y el no volvía en sí. Cuando cayó desmayado, temió el
peligro, y cargó el cuerpo a sus espaldas. Hasta que acudiera en su auxilio el
androide demandado; entonces, lo transportarían sus incansables brazos. Y fue
tendido, cuando, de pronto, empezó a
recuperar las consciencia.
-Samwel, álzate
y ayúdame a incorporarme.
Así se hizo, y
se midieron ambos por el mismo rasero de sus ojos. Ojos límpidos, que
fulguraban con un nuevo brillo.
La candidez especulaba
con la humildad y Aesequial no pudo resistirla en aquella intensidad. Volvió a
la genuflexión, y, mientras hablaba, no osó retornar a aquellos ojos.
- Mis androides
serán tus apóstoles, con los que resurgirá un nuevo amanecer, para los que se
hallan en la oscuridad.
-¡Samwel! ¿Y si
no quiero ser parte de esto?
Procurando que
no se notara su sarcasmo, Samwel Aesequial dejó escapar una risita de
complacencia.
-Te pido que
llegues, por Ti mismo, al conocimiento. Quien tuvo yerro una vez, puede tenerlo
dos veces, ¡y más! si busca la perfección. ¡Maestro! ¡Sólo por ello resucitaste!
........................................................................
Y dijeron que
volvió El Cristo, tal como se le oyó predecir en el confín de los tiempos.
Y dijeron que
tentó, que rescató, que encamino, que alumbró, que emocionó, que desligó, que
alió, que axiomatizó, que cismó, que curó, que escarnió, que perdonó, que
perdonó, que perdonó...
Mas sigue entre
nosotros, sirviéndose de los inmortales para atraer a los mortales y darles el
edén prometido.
La Bigalaxia es
testigo de lo narrado. La Bigalaxia, corpúsculo en el Universo, simiente del
poder.
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