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domingo, 7 de julio de 2013

Junio: Mi mes de explosión microrrelatora

 


    Estimados lectores: 
  Junio ha sido un mes de explosión creativa para mi faceta de micro y nanocuentista. Publicando mis relatos en www.cortorelatos.com y después, los que tienen más de 100 visitas, en www.mundopalabras.es, de pronto, gracias a Twitter, donde ya tenía experiencia de publicación con mis Tuit-relatos divididos en tuits que son tuit-capítulos, un tuitero denominado Tuit Historias, ha provocado, durante este mes, que el reto continuo se añadiese a mi inquieta mente creadora (loca mente creadora). Con cada día un tema asignado, inspirado por una palabra, en mis ratos libres, no me he detenido ante el obstáculo que suponía el límite de caracteres, para escribir historias supercortas, que después he publicado también en las páginas web anteriormente mencionadas.
   El miedo existente entre los que publican en internet y que no han registrado sus obras oficialmente, se disipa en mi caso porque ¡Me da igual que me plagien!
   De todas formas, si escribo una microficción en 3 ó 4 sitios a la vez es para que quede constancia que yo soy el autor de dicha mini-obra. Y el pastel no queda completo hasta que los publico en mi propio blog.
   Sí, yo soy el autor, para bien o para mal, de estos microcuentos. Y en esta entrada en mi blog os transmitiré todos los micro escritos en junio.
   A ver si, por favor, comentáis. De veras, acepto, con buen criterio, las malas críticas, y las buenas ¡no digamos!
   

AUTOVENGANZA

No me vengaré por celos. No me vengaré por despecho. No me vengaré por sadismo. Me vengaré de ti por justicia divina y porque me odio.

BALLET

Verónica era una bailarina intransigente consigo misma. Seguía las notas del ballet a pies puntillas.

BLADE RUNNER

No me obligues a ver cómo le aplastas el cráneo y vacías sus ojos. ¡Esa sí que es una partida de ajedrez!

CAPITALISTA

Antonio se dio cuenta, tarde, que había estado viviendo para trabajar en vez de trabajar para vivir, pero al banco no le importaba.

COORDENADAS

Hoy vuelvo a ser feliz. Despierto junto a ella. Punto clave en la longitud de mi cerebro, punto álgido en la latitud de mi corazón.

CORRES QUE TE LAS PELAS

Me visto rápido pero concentrado, para no caerme con las perneras, para no golpear mis gafas con las mangas, para no olvidar que dentro de un segundo tu marido podría verme el ombligo.

CURVA

La sensación de frescura, cada mañana, se diluía según avanzaba el día, y Sergio, ya en la noche, hervía en desazón.

DESBARAJUSTE

Había sido rutinario toda su vida: En el trabajo, en el amor, y hasta en la salud. Pero la sorpresa de la muerte le sacó de sus esquemas.
DÍA TRAS DÍA

Día tras día se moría de aburrimiento. Día tras día se aburría de morir.

DOBLE PECADO

El libidinoso había instalado suelos espejados en su mansión rococó, recargada y desafiante para el buen gusto.

EL ARTISTA

Es un artista: Sus movimientos de manos hipnotizan a las masas, mientras su discurso las embauca.

EL CLIENTE

El matemático se acercó y me susurró: El mayor enemigo del ser humano es el aburrimiento.
Acto seguido, me compró un libro.

(Nota exclusiva para este blog: Este microrrelato está basado en un hecho real, ocurrido cuando yo era vendedor en librería de El Corte Inglés del Centro Princesa)

ESCUDRIÑANDO

Todas las noches miraba al cielo en busca de una señal. Dormía después. Y al despertar, esperaba con ansia que llegara la noche.

ESPERABA AL ANTICRISTO

¡Levántate y desanda!

¡EUREKA!

La rutina del científico no hacía avanzar la ciencia. Sólo lo irracional de su vaivén cotidiano le hizo gritar ¡Eureka!

HOMICIDIO INVOLUNTARIO

Cuando le echaban agua encima, le liquidaban.

IMPOTENTE

Senso tenso sexo manso.

LA PIEDAD

Creo que si te disparo, te liberaré del sufrimiento. 
Creo que si te disparo, terminaré con mis remordimientos.
No lo haré. Sufrirás y sufriré.
Ya acabará con mis remordimientos tu madre, cuando me reviente la barriga con sus colmillos.

MÁS QUE NADIE

Leía más que nadie. Escribía más que nadie. Y cuando le preguntaban qué vida era esa, contestaba que vivía más que nadie.

MÁQUINA

Casi me arrolla un energúmeno en cuatro ruedas. Salté diez metros y me resquebrajé una rodilla. Pero no te preocupes. La autosoldadura funciona.

ME VENGUÉ

Me vengué del escritor por haber hablado de mis intimidades en su libro. Me divorcié de él.

OTOÑO

Pacientemente esperaba que las hojas secas, marrones, cayeran por su propio peso, como su juventud.

PLAGIO

Le robó la idea: Ideó robarle.

PLAYBACK

Mala suerte que haya fallado su versión holográfica. Ya no podrá desmentir los rumores que la acusaban de no actuar en directo.

QUIJOTE

Don Quijote acabó estampándose contra las aspas del molino. Era la venganza del viento por haber quebrado la quietud del paisaje.

SÓLO 34

¡Maldita sea! ¡Siempre los mismos nervios por salir a escena... aunque ésta ya la haya repetido 34 veces!

VACÍOS

Farfullaba palabras ininteligibles que ni siquiera él comprendía. Creía que así era más interesante para los que nunca decían nada.









sábado, 4 de mayo de 2013

La Culpa, por EM Rosa


   Revisando mi registro de memoria interna, me doy cuenta de que siempre he tenido obsesión literaria y cinematográfica por los robots y/o androides. Asimov, desde que tengo uso de razón, ha sido el culpable de inculcarme pasión por unos seres artificiales que siempre quieren (aún no sé por qué) asimilarse a los humanos.
Su serie de Robots valientes y arriesgados, faltos de sentido del peligro, pero más morales y humanos que los propios hombres, poblaron mis lecturas, junto con la serie (que ahora se llamaría franquicia) de la Fundación. 
   Y en el cine y la TV, Data, mi añorado Data de Star Trek, que sustituyó en su inteligencia a mi admirado Mr. Spock, o el Nexus 6, interpretado por el inigualable Rutger Hauer, cuyas frases, antes de morir, aún me ponen los pelos de punta y las lágrimas en la emoción, que ha hecho que, aún después de tantos años transcurridos después de su estreno, Blade Runner sea mi película favorita de todos los tiempos.
   Confieso que he llorado con algunas partes de El Hombre del Bicentenario (antes de ver su versión cinematográfica con el irrisorio y ridículo Robin Williams) y que Yo, Robot, me parece una obra maestra.
No contento con leer y leer y visionar y visionar robots (los últimos, los Cylons de Battlestar Galactica, obra maestra entre las series de TV), busco relato sobre ELLOS, que algún día nos sustituirán (clamo al cielo que no se parezcan al Terminator de Schwarzenegger), y escribo novelas y cuentos varios con mis personajes favoritos, de fondo. Quizás, al no ser inmortal (eso creo) me satisfago íntimamente creyéndome uno de ellos y me trasfiguro en mi Adeldran de Luztragaluz, mi alter ego, hasta en Twitter (AndroideDesenfrenado).
Sea como sea, y como hay que instaurar este subgénero dentro del género de la ciencia ficción, los ROBOTS (Die Roboter, Kraftwerk) me seguirán obsesionando y encumbraré a todo aquel que no los muestre al común de los mortales como maquinitas esclavas de los soberbios y estúpidos humanos.
   Ahora, que también me he atrevido a publicar en www.cortorelatos.com, he descubierto este relato que quiero compartir en mi blog, con el permiso de su autor, porque lo inteligente debe ser admirado y todo lo que enseñe y nos encamine hacia la Verdad, debe ser difundido: 


La Culpa.

Leía las noticias con angustia y dolor. Ahora parecía que la generación de pequeños conflictos, guerras étnicas, tribales, religiosas y demás especies, en ciertos sectores emergentes del planeta, favorecían mucho más al comercio de armas que las confrontaciones grandes, multitudinarias y largas en el tiempo. Era mucho más rentable el enfrentamiento entre grupos pequeños por corto tiempo. Los absurdos derramamientos de sangre, la aniquilación de aldeas enteras donde casi no había otra cosa que ancianos, mujeres y niños era algo que desintegraba su ánimo y sus ganas de trabajar. Claro, no se trataba solamente del comercio de armas de mano. Los tiranuelos de turno habían descubierto que podían, merced a los diamantes y el petróleo, tener acceso a tecnologías más atractivas que los ejércitos ordinarios y entraron al mundo de la robótica. Los capitanes de dicha industria les diseñaron mecanismos autónomos con mando a distancia para que “jugaran” a la guerra desde su piscina palaciega o desde el mismo recinto del harem. Claro, la eficacia de estas atroces máquinas era mucho más alta que la de un hombre, un carro blindado artillado robótico no gastaba una bala si no daba en el blanco, sin hablar de los lanzallamas, lanzagranadas, etc.
Para colmo los ingenios estaban dotados de un cerebro artificial altamente inteligente que podía hacer básicamente de todo. Todo esto solo redundaba en una mayor eficacia a la hora de hablar de muerte, a tal punto que la formidable acumulación de cadáveres hacía que el hedor a putrefacción se extendiera por centenares de kilómetros a la redonda ofendiendo el olfato de jeques y mandamases de facto, por no hablar de pestes y otras yerbas generadas por semejante masa orgánica en descomposición. De esta manera decidieron que para seguir “jugando” deberían, luego de una matanza medianamente masiva, rociar los cuerpos resultantes con los lanzallamas para evitar interrumpir la “diversión”.
Si bien era un tema que sensibilizaba a cualquiera, a él lo demolía, dado que su trabajo consistía en el diseño de cerebros artificiales. Cuando comenzó a trabajar en el Departamento de Diseño Bio-fotónico de “Roberson Cyber Sistem” propuso implantar en los cerebros cláusulas restrictivas respecto a los daños a seres humanos y la propuesta fue rápidamente aceptada. Más luego la competencia hizo contacto con “esos tipos” y la generación de inofensivos ingenios utilitarios, beneficiosos para el Hombre, perdió vuelo a manos de la formidable rentabilidad de los sistemas bélicos “para jugar”. La codicia junto con la caída del paquete accionario de Roberson hizo que el directorio decidiera anular toda cláusula restrictiva y se lanzó frenéticamente a la producción de juguetitos para genocidas.
Los cerebros bio-fotónicos implementados fueron los de su diseño… y arrasaron con el mercado, por efectivos y eficientes…
Era por eso que, razonable e indirectamente, se sentía responsable del setenta y cinco por ciento de las matanzas tribales, raciales y religiosas del mundo entero, además del potencial peligro que significa que casi todos los misiles intercontinentales del primer mundo llevaran cerebros de su propia autoría.
Era por eso, también, que miraba el arma en su mano con expresión vacía y determinada. Y fue por eso que llevó el arma a su sien derecha y apretó el gatillo sin dudar un instante, pulverizando gran parte de su cabeza.

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El estampido resonó como un trueno en el exterior. Muchos, sobresaltados y alarmados, corrían de aquí para allá buscando el origen de la detonación. Las puertas de algunas oficinas se abrían y sus ocupantes mostraban expresiones de curiosidad, alarma y ansiedad. Rápidamente llegó personal de seguridad de la empresa ordenando a los alterados empleados que desalojaran el piso. Rápidamente, solo quedaron los guardias y decidieron inspeccionar oficina por oficina pero no hizo falta, solo una tenía su puerta cerrada. Al entrar en dicho claustro encontraron a quien originó el escándalo.
Aún tenía el arma en su mano, caliente y humeante. De su cabeza solo quedaba algo más que la mitad.
Cuatro fornidos guardias hicieron falta para cargar al robot hasta el desarmadero, cuyo destruido cerebro bio-Fotónico estaba, hasta hacía diez minutos, dotado de las tan famosas cláusulas restrictivas.