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sábado, 18 de enero de 2014

¡Bravo, brava!

  

   ¡Bravo! ¡Bravo!
   Gritaban desde platea. Doscientas almas eufóricas, lanzando flores al escenario, aplaudiendo rabiosamente.
   Ella no veía nada pues, aparte de ser miope, le cegaban los focos que le apuntaban directamente y le seguían en su movimiento por el escenario mientras saludaba al respetable de todos los flancos.
   ¡Brava! ¡Brava!
   Vociferaban desde los palcos, lanzando flores al escenario, los que estaban más cercanos, y al público de platea, los más alejados, sugiriendo una suerte de lluvia perfumada que era bien agradecida por las damas presentes.
   Genuflexión tras genuflexión, impaciente porque aquello acabara y pensando en el subsiguiente martirio cuando fuera la actriz protagonista, y no ella, la receptora de tanta viva emoción.




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