Mesándose el
pelo de la cabeza, primero, y el de la barba, después, no conseguía, empero,
que las ideas afloraran desde el subconsciente más profundo al consciente
alcoholizado.
Sabía, algo se
lo decía, aunque aún no sabía cómo, que la más grande eureka aparecería de la
nada y resolvería su calamitosa situación financiera, lo que llevaría a
recomponer, también, su extinta vida amorosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario