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jueves, 23 de enero de 2014

Nudillos

   Estaba seguro de que la sorprendería con aquel regalo. Nervioso como un colegial, se quedó parado, frente a su puerta, en aquel quinto piso sin ascensor.
   Pensó que prefería llamar con los nudillos, en lugar del escandaloso timbre, para dar más emoción al asunto.
   Cuando estaba a punto de concentrarse en esos golpes de hueso, ella abrió la puerta.

   Y se esfumó toda la ilusión.


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